La Ley de Administración
Local, reforma municipal sumamente peligrosa si nos equivocamos en su contenido
—como ya se preveía— ataca directamente a los partidos políticos alejados del
bipartidismo. Simplemente logra que desaparezcan de los Ayuntamientos medianos
y pequeños todos los partidos políticos que no sean el PP o el PSOE (de
momento).
Hay que
asumirlo así y tomar (si acaso) las decisiones que correspondan, pues está claro además
que si bien el PSOE intentará desde su minoría logran cambios, está encantado
de conocerse y de aplaudir por lo bajito, aunque se oponga desde la boca vacía.
La inmensa
mayoría de los concejales en la actualidad, ya no cobran nada, pero impedir por
ley que el 82% de ellos, unos 55.000 de unos 68.000 concejales, es una
simplificación tremenda y una falta de respeto al trabajo de todos ellos, que
asombra. Más cuando se está viendo el juego de sobres entre “los jefes”
políticos, mientras que castigan a los que más curran por sus vecinos a la
nada.
Efectivamente
es una buena manera de que en política solo estén (estemos) los que realmente
les gusta la politíca. Pero perdemos en el camino a los que valen para la
política. Yo nunca he cobrado un euro, así que no me afecta. Yo nunca puedo
aspirar a cobrar un euro, así que tampoco me afecta. Pero los trabajos hay que
valorarlos y retribuirlos. No es lógico que la inmensa mayoría de la sociedad
esté en su casa criticando y en contra unos pocos trabajando gratis por los
demás. Algo fallará en la calidad del sistema. Aunque sin duda reconozco que
los políticos nos hemos merecido una patada en los riñones.
En la misma
medida en que reconozco lo ilógico en el número de Ayuntamientos tan numeroso,
como lo es que se les otorgue a las Diputaciones Provinciales, elementos políticos
caducos, un poder superior al actual previendo que muchos Ayuntamientos se
queden sin posibilidades reales de poder resolver sus problemas o necesidades.