Se celebra el
Debate del Estado de la Nación, como si aún no se hubiera debatido en estos
meses con suficiente consistencia. La Nación, jodo, el Estado o los Estados más
bien, están muy jodidos, casi terminales y en manos de un buen montón de
incapaces. ¿Hay duda de ello?, si tienen dudas que les pregunten a los millones
de desempleados, de desahuciados o de personas que han visto perder derechos,
servicios y sueldos.
No es
necesario enfrentar a los partidos políticos entre ellos, a los líderes más
bien pues solo unos pocos hablarán en nombre —creen— de todos, para generar más
tensión pero ninguna solución.
Ahora
plantearán reformillas, pero no se entiende por qué hay que esperar a mitad de
febrero para realizarlas si funcionan para salir del pozo. Y se dirán entre
ellos de todo menos guapos pues lo que está cayendo es muy duro. Dirán que
ahora si, van a reformar leyes para evitar la corrupción, es decir, los
asesores de los corruptos tendrán que revisar otra vez nuevas leyes para ver
por donde meterle manos a las trampas, para seguir haciéndolas. Todo mentiras
de incapaces.
¿Que qué hay
que hacer?, pues tomarse en serio que nos estamos jugando el SISTEMA, el ESTADO,
la sociedad que ya teníamos. Que han sido muchos los que han jugado contra los
españoles a joder, a llevarse a su cueva todo lo que podrían arramplar, que
desde Europa nos están engañando pero además —debemos reconocer— están también
hartos de tener paciencia con los españoles, que les parecemos unos jetas de
libro, tocando de cerca la enfermedad mental.
La soberanía
ya no está en el Congreso ni en la calle. Lo gravemente triste es que la actual
soberanía la tiene quien sea capaz de resolver los problemas. Y esto puede
venir desde cualquier lugar, incluso ilegal o violento. La sociedad busca,
necesita, soluciones. El que se las ofrezca, ojo, será aplaudido con las misma
fuerza con la que ahora se insulta a todos los políticos. Y esta osibilidad es
muy grave.