Europa ha
recibido la cosecha italiana con ligero estupor pues se la imaginaba. Se
reafirma entre los países del Norte que la Europa del Sur es diferente y al
faltarle la economía posible, apela al populismo y a la contraprogramación política
en busca de alternativas.
No es fácil
entender que Berlusconi haya obtenido unos buenos resultados. No es fácil comprender
que en Italia no exista un partido socialista o comunista fuerte. No es
sencillo de juzgar en Europa que Beppo Grillo haya alcanzado un puesto excelente
para su corto recorrido. Pero el cabreo social va en aumento y esto no se está
teniendo en cuenta desde Europa, con la gravedad que representa jugar a tensar
las cuerdas sociales.
La razón
social no es la misma que la razón política o económica. Por eso y por haber
diversas alternativas, los italianos han optado en gran número por votar “contra”.
O se han abstenido —la peor opción si deseas que algo cambie— o han elegido.
Con el poco poder que entrega la democracia cuestionada en la actual Europa
afligida.
Curiosamente
y en clave de “nueva” política, ninguno de los 3 candidatos es carismático, es
vendible con facilidad. Pero los 3 han obtenido buenos resultados. Una señal
más de que desde la sociedad vamos buscando alternativas, viejas o nuevas, pero
diferentes a los discursos habituales. Y de esto toman muy buena nota todos los
que desde todos los países con problemas desean alcanzar el poder o el
gobierno, que como sabemos es bien distinto (a veces).
En España
tenemos una situación diferente por algunas razones de momento claras. Insisto.
De momento.
Tenemos unas
derechas agrupadas en un solo partido. Hoy sin rumbo pero con mucho poder.
Corrompido desde dentro pero con al menos dos años por delante para intentar
apaciguar y separar luego las aguas del barro.
Tenemos un
partido socialista con muchas historias, que aguanta aunque carezca de líder y
de futuro. Tiene también dos años para edificar su nuevo futuro o se hundirá.
Tenemos una
izquierda alternativa conocida, con lo bueno y malo que esto tiene para lograr
la confianza de los españoles. No lo ha logrado antes y eso pesa negativamente en
el subconsciente de las personas.
No ha surgido un
movimiento como el “Movimiento Cinco Estrellas” aunque se puede intentar y
sería —como el Syriza— una ocasión clara de cambiar la política posible. Un
Movimiento puede ser la agrupación de varias Mareas.
No hay extrema
derecha separada del PP. No hay un partido centrista con un técnico como Monti
para dejarse derrotar. Hay varios partidos nacionalistas que a veces le vienen
muy bien a los dos partidos grandes para ajustar las ruedas del poder a cambio
de regalos. Hay varios partidos pequeños que no han logrado sacar la cabeza
para hacer palanca. Y está UPyD que nadie sabría colocar en una posición clara,
siendo la incógnita de todo problema complejo.