Los espías
españoles, lo sabíamos, son chapuzas. Ahora resulta que igual trabajan junto al
CNI, se mezclan y solapan micrófonos en la misma comida, te espían si eres
ministro, amante o simplemente un cabreado con cualquiera. O según comentan, al
dueño le ponían los pasos de cebra y se ponía nervioso en cuanto veía uno en el
suelo, que no es importante pero denota de qué tipo de personas nos estamos
fiando en este santo país.
Los deseos
escondidos de crear un propio CNI en Cataluña les llevó a algunos a fiarse de
los primeros espías que conocían, sin pararse a pensar que montar un tinglado
de estos requiere tiento e inteligencia de todo tipo. Pero se dejaron llevar
más por los deseos y pasaron a contratar al especialista a seguir esposas con
picardía para que siguiera a políticos que iban a comer a Barcelona su
excelente bacalao o unas paellas.
La
duda es saber si estos líos también se hacen en Soria, en Tarragona o en Teruel
por poner otros tres ejemplos. Más que nada por saber si estos espionajes
durarán muchos meses o pocas semanas. De momento lo bueno es no fiarnos de
restaurante finos, de centros de flores en la mesa o de personas que nos siguen
en moto. Y si hay duda elegir tú mismo el restaurante, a ser posible una tasca
en donde sirven sardinas asadas y hablar poco.
Son historietas del espionaje político, que SI existe en Cataluña, que han jugado con él tanto desde CIU como desde el PSC como desde el PP. Y que ahora está explotando entre las manos de todos los implicados, que son casi todos. Jodo qué tropa tenemos en este santo país, mecachis.