Por fin los
españoles se van dando cuenta, equivocadamente eso si, de un problema que hay
que resolver. No podemos vivir sin
política y sin políticos, bueno, por poder se puede, pero en peores condiciones
todavía. Así que determinar un problema, aunque sea falso, con tamaña
contundencia, es algo muy positivo.
¿Qué debemos
hacer los políticos ante esta contundencia?
Lo primero
que te viene a la mente es abandonar. Seamos sinceros. Somos humanos. Yo nunca
me he corrompido, lo notaría, y nunca he visto a nadie corromperse a mi lado.
Algo posible, pues tampoco soy un dechado de buena vista. Pero sí puedo
asegurar que si lo hubiera visto, sin duda, lo hubiera denunciado y sin duda
también, nunca lo hubiera tapado. Faltaría más. No, no, no hace falta que me
crean, me da igual, me creo yo y con eso me conformo. Yo soy quien tiene que
estar a gusto consigo mismo.
Pero me
preguntaba qué debemos hacer los políticos. Pues muchas cosas que hacemos mal,
hay que rectificarlas.
Los
políticos somos culpables de esa apreciación. Todos. Repito otra vez. Todos.
Incluidos los de mi partido. Incluidos todos los honrados. Mejor dicho, los
honrados son los más culpables, por no trabajar 24 hora al día en investigar y
denunciar cualquier sombra pequeña. Cuanto más honrado más deseos deberíamos
tener en averiguar.
Los
medios de comunicación están haciendo la cosas mal. Amplifican lo que interesa
para vender, disimular lo que fastidia su historia contada, aprecian a los
amigos y odian a los enemigos. Los anuncios públicos son una gran tarda de financiación.
Los
ciudadanos deberíamos ser más adultos. Deberíamos haber aprendido a elegir, a
decidir, a denunciar, a dar zapatazos encima de le mesa. O debajo.
Hay
que cambiar con urgencia el sistema de financiación de los Partidos Políticos,
Fundaciones, Sindicatos, Asociaciones Empresariales, Iglesia.
Hay
que cambiar con urgencia el sistema electoral. Hay que comunicar MUCHO más, con tranquilidad, con pedagogía, con
claridad, con profusión de sistemas, en constante contacto con los ciudadanos,
con más referéndum, con más facilidad para que las personas puedan participar
en la vida pública. Y con premios a los que hayan decidido participar, para
animarlos.