Hoy he tenido
una conferencia con unos 90 niños de entre 11 y 12 años. Son el futuro y se
les nota. Son la alegría, los jóvenes del futuro que no saben qué es la crisis, aunque la conozcan
en su casa; pero muchos de ellos ya no han conocido otra forma de sentir la sociedad.
Son alegres y con muchas ganas de aprender
y preguntar. Otras veces me han tocado ejercicios parecidos pero con
chavales de 16 a 18 años y en cambio ha sido brutal para mi. En este caso de
hoy han estado mucho más atentos, incluso más entretenidos dentro de lo
complicado que es conseguir la atención en los grupos obligados de alumnos.
Nunca antes
los chavales han tenido tantos medios técnicos para aprender, para complementar
sus estudios, y los emplean. Pero tengo serias dudas de los resultados finales.
No por los chavales de estas edades que además me han sorprendido con un
trabajo de frases y preguntas, ajeno a mi conferencia y que estaba de
exposición en los pasillos, denotando unas inquietudes muy curiosas. Pero me
preocupan los resultados de los PISA y de las comparativas con otros países.
Creo que a
partir de los 13 años los maleamos, les rompemos las ganas, no sé muy bien por
qué, y esas inquietudes y ganas de explorar lo que les rodea se van perdiendo.
No es posible que un número muy alto de estos chavales se conviertan en
“fracasadores” escolares casi contagiosos, en chavales que a partir de estos
momentos se frenen y dejen de crecer intelectualmente. Efectivamente ahora ya
se les puede notar los fallos y errores, pero es el momento de actuar, de
corregir, de reeducar, de buscar alternativas. Creo que como sociedad no
somos inteligentes y que a partir de este punto los vamos lanzando a un sistema
que ya no es capaz de frenar la caída.
Mientras
hablaba les miraba en busca de su atención y un 20% a partir de los 10 minutos
ya no prestaba una atención suficiente. Al final de la hora de intervención se
había aumentado hasta un 20% aburrido más otro 30% apático en distintos grados.
Pero quedaba una mitad del grupo con ganas de aprender. Y eso para mi es mucho.
Lograr que un 50% te atiendan una hora sobre un tema tal vez aburrido, es casi
milagroso en estos tiempos en que todo se mide por segundos, por escasos minutos.
Debemos
cuidar mucho más la educación, el inmenso trabajo de muchos profesores con gana
de innovar y de participar con ellos en el futuro. Pero desde la familia también
hay que hacer un trabajo muy serio de acompañamiento y respeto hacia la cultura
y la formación. Si no somos capaces, vamos a pagarlo muy caro. Todos.