Llevo unos días cabreándome en público contra los que
critican a los políticos a la menor ocasión, como arma defensora ante lo que nos está sucediendo.
No todos somos igual, la inmensa mayoría somos normales, simplemente normales. No me cabreo con nadie, simplemente intento defender mis posturas desde el diálogo y la explicación.
Pero sin recuperarme del último encuentro con palabras
fuertes contra los políticos de esta tarde en una manifestación, leo que los diputados en la Asamblea de Madrid, Bartolomé González y María Isabel Redondo, ambos del PP y mientras
se debatía y votaba sobre la privatización de la Sanidad en la Comunidad de Madrid,
han sido pillado jugando a Apalabrados con el iPad.
Han perdido perdón. ¿Y?
Mal, muy mal. Deberían haber dimitido.
Literalmente si el resto de personas
que hacemos algo por la política permitimos esto, estamos justificando que nos
digan cerdos, chorizos, sinvergüenzas, y ladrones.
Me da igual (mentira piadosa) de qué
partido son, simplemente deben irse a su casa y dedicarse allí a jugar a
marcianos. Pero no en el tiempo que deben dedicar a resolver los problemas de
todos.
Para más recochineo el diputado
Bartolomé es vicesecretario de Comunicación y Acción
Social del PP de Madrid. Sobran los adjetivos, deben ser simplemente
despedidos.