El Rey Juan Carlos
ha estado moderno, claro para quien quiera leer entre líneas, avisando de que
no todo es economía y de que el trabajo debe ser más repartido y la política
con mayúsculas recobrar su prestigio pues no se puede vivir sin política.
No ha hablado
de Cataluña aunque se ha dirigido a todos señalando el problema que supone las
divisiones, cuando el camino de lo grande es una de las pocas soluciones que
tenemos para salir de esta, bien con una España tranquila, bien con una Europa
más capaz.
Su presentación,
semi sentado sobre la mesa, es un acierto de comunicación demostrando
modernidad y cercanía, restando importancia a sus palabras con el gesto del
cuerpo, pero dotándole de importancia con el idioma gestual acompañando bien el
de las palabras claras y sencillas. No se puede decir que ha hablado para los
gran formados, pues su idioma es sencillo.
Ha querido
dar importancia al gobierno pero también a la oposición, y sobre todo a los
políticos, tan defenestrados en estos años, y que sin duda deben cambiar para
recuperar su respeto perdido. Y ha hablado con rotundidad de los derechos
sociales, de la importancia en nuestra sociedad, del respeto que todos debemos
tener sobre lo que ya habíamos conseguido. Hay que poner las cuentas en claro, pero
hay que dotarse de mecanismos de reactivación, de estímulos para crear trabajo y
riqueza.
Dijo
con claridad que el actual "desapego hacia las instituciones y hacia la
política", debe resolverse y propuso "encontrar nuevos modos y formas
de hacer algunas cosas que reclaman una puesta al día".
PD.: No tiene nada que ver ser o sentirse republicano con analizar lo que se hace e incluso reconocer que a veces se hace bien.
PD.: No tiene nada que ver ser o sentirse republicano con analizar lo que se hace e incluso reconocer que a veces se hace bien.