Da vergüenza escuchar, ver, el
programa de La Sexta “Salvados” de Jordi Évole; en serio, deberían prohibirlo
por la salud de los españoles, no es sano, no es lógico acabar el domingo
escuchando esta sarta de barbaridades. Somos masoquistas. Con lo felices que
vivíamos cuando no conocíamos todo esto.
Se empeña este periodista
catalán, raro por sus nuevas maneras de trabajar, en amargarnos pero a la vez
en ilustrar con lecciones sencillas de economía, política o sociología, todo lo
que nos está sucediendo a los españoles. Y esto es intolerable; que no queremos
saberlo, puñetas. Cada vez que saca a un político sonriendo y mintiendo con
rictus de asco, de vómito mental, logra que se me corte la cena, que me entre
mala hostia. ¡Qué he hecho yo para merecer aguantar esto!
Efectivamente, podría no ver el
programa Salvados, pero me encontraría peor, pues me entraría vértigo por ser imbécil
y no saber. Hay que saber, aunque joda; y lo que nos cuentan en Salvados, jode.
Me da igual quien tiene la
culpa, bueno no, sé quien tiene la culpa y por eso me da igual. La culpa es
mía, tuya, de todos nosotros. Somos culpables de todas estas barbaridades, por
aguantarlas, por seguir votando a los mismos, por mirar hacia otro lado, por sonreír
de todo pensando que nadie puede hacer nada, cuando los primeros que podemos y
debemos hacer más somos todos nosotros. Repito. Tú y yo.
Hoy he vuelto a detectar qué es
lo necesario para ser un buen político y ascender en todo esto. Por eso yo nunca
seré nada. Si, si, si, por esto que os contaré y por todo lo demás que me callo.
Pero sin duda yo no sé reírme cuando tengo que mentir o cuando tengo que dar
una mala noticia. Se me ve la cara de mala hostia. Joder, hago ejercicios en el
espejo pero no me sale. Me miento, me engaño, pongo cara de alegre, me
pellizco, pero no hay manera, me sale la cara de mala leche. Nunca llegaré a
nada. ¿Se han dado cuenta que todos los que salen en los medios jodiéndonos,
sonríen como si les hubiera tocado la rodilla un excelente actor guapo y
cachas?