La semana
pasada tuve una reunión (de gestión) de más de dos horas con el Gerente del SALUD,
sectores 1 y 2 de mi ciudad. Intensa, llena de titulares imposibles de
reproducir, dura de asimilar, contundente y clara, con algunos planteamientos
por su parte que podrían ser admitidos y otros que nunca yo podré asimilar. Si
mezclamos churras con merinas nos sale un rebaño, pero no está claro que sea
capaz de dar buena leche para un queso.
Admitió que
la Sanidad pública en España funciona muy bien. Funciona ya, ahora, ayer.
Admitió que
la Sanidad pública en España cuesta mucho menos dinero que la media de Europa. Ahora y
antes. Dinero de verdad, no relativo. Y hablamos del por qué.
Pero dijo con
rotundidad que hay que reformar. Lo llaman reformar, modificar, optimizar, profesionalizar,
añadir criterios, poner sentido común.
En realidad
quería decir RECORTAR, pero ahora hemos descubierto una forma de cambiar los
nombres a las cosas para engañar mejor. Se llama EUFEMISMO.
Si a una
decisión política le buscas material para defenderla, construyendo sobre ella
un edificio de ladrillos sin pegamento, te sale una pared floja pero que al
menos queda bien en una foto. Si la empujas con un dedo se suele caer.
En Madrid se han
dado cuenta de que los titulares eran crudos y escondían unas decisiones duras.
Sanidad quiere hacer lo mismo en todos los territorios, pues las decisiones las
marca el BOE y las llamadas de “los jefes” desde Madrid.
¿Si se admite
que la sanidad en España funciona bien y además es más barata que en el resto
de países de Europa, incluidos muchos con renta más baja que la de España, para
qué queremos reformar lo que ya funciona bien?
Detrás de
estas decisiones de recortes, de reformas, se esconden intereses muy claros.
Efectivamente, si en España funciona muy bien la Sanidad pública, tal vez lo
que sucede es que no funciona igual de bien la sanidad privada en comparación
con el resto de países de Europa. Y eso es lo que no resulta fácil de tragar.