La red de
Paradores en España está en horas bajas, con problemas complejos de entender
pues en apariencia han surgido casi de la nada y en pocos años. Pero lo cierto
es que son un artilugio complicado de asimilar en el siglo XXI con una España
pionera en el turismo que queremos que sea de calidad y Paradores representa
una forma de entender el turismo que se nos antoja anticuada.
Y ahora me
explico, antes de ser linchado. La red de Paradores en España tiene una calidad
entre buena y excelente en casi todos los casos, pero a su vez unos precios
poco competitivos y un tipo de clientela compleja. No suelen ser establecimientos
en donde los extranjeros sepan sacarle jugo a su excelencia, y por el contrario
sus precios los han convertido en servicios para una cierta clase social media
alta. La edad media es alta y las comodidades no son del siglo XXI.
Por otra
parte en bastantes casos no se han sabido adaptar a la realidad económico del
momento de crisis, hay un problema de rentabilidad, no tanto por sus resultados
globales antes de reformas, como por el lógico mantenimiento de unos edificios
suntuosos, caros y complicados, que deben repercutir sus reformas en los
precios finales.
Complicados
asuntos, complejidades varias que convierte en poco rentables los complejos
hoteleros de Paradores. ¿Debemos soportar con dinero público las reformas de
estos hermosos edificios?, pues posiblemente en periodos de crisis no. Pero la
marca Paradores son algo más que unos simples edificios de hoteles para lo que
representa el turismo en España.
En muchos
casos son edificios situados en lugares poco competitivos, incluso en
localidades que viven en gran medida de su tirón turístico, con una ocupación
media que resulta baja y una reconversión que se antoja urgente. ¿Qué hacer?
Efectivamente,
una vez que ha llegado el PP, lo lógico es esperar que los privaticen. Algo
complicado pues son edificios históricos en muchos casos, con un valor de
reconstrucción soportado por todos que ahora nadie deseará sufragar. Es decir,
una privatización sería tanto como regalar unos inmensos edificios a costa de
que no nos siguieran costando dinero su mantenimiento. Mal negocio para el
país.
Hay que
mejorar su gestión, profesionalizando, y aquí si que es lógico y no es sanidad
como pretenden hacer en un todo contra todo. Hay que renovar completamente todo
su interior en algunos casos, ofrecer servicios de más calidad y sobre todo más
modernos y saber integrarse en un mercado muy variado peor también muy
competitivo. Cerrarlos NO, pero adaptarlos SI. Lo malo es lograr hoy una
financiación de mucho dinero, para poner al día estos hermosos pero enormes
edificios.