Es inevitable intentar deprisa y corriendo resolver el drama
humano de las hipotecas y los desahucios en España, aun sabiendo que es un
asunto que como muy bien se ha reconocido, debería haberse resuelto hace unos
años, con calma y consenso.
Hay que ser sinceros. Es un gravísimo problema de muy
complicada solución. O lo que es lo mismo, lo que se presentará este lunes solo
serán apaños por que poco más se puede hacer. Por mucho que se presenten como
soluciones definitivas.
Hay tres fases en este drama:
1/ No puedo pagar la cuota de la hipoteca
2/ Me desahucian de mi vivienda
3/ Me queda una deuda tremenda que no sé como podré
pagar
Cada fase necesita de soluciones distintas, algunas casi
imposibles, con reformas de las leyes complejas, que afecten a este drama de
forma eficaz. Y digo complejas, simplemente por que las leyes siempre están
para todos. No es posible hacer leyes para “unos pocos” y en este santo país
somos proclives a ser unos “revolvedores de leyes” y darles la vuelta a nuestro
antojo Veamos pues algunos puntos básicos.
La solución perfecta pasa por resolver de una puñetera vez
el drama del desempleo, lograr las bases de la reactivación económica y de la
vuelta a la normalidad. Esta solución, que parece imposible, es la única que
puede ir dirigida al PUNTO 1. Es cierto que se deben abrir las puertas de la
negociación para refinanciar las hipotecas, adaptándolas a la nueva situación,
con periodos de carencia, cuotas progresivas, más periodos de amortización si
esto es posible, etc. Se han firmado hipotecas sin control, con larguísimos
periodos de amortización, lo que las convierte en (casi) imposibles de renegociar.
Cuando con 35 años te conceden una hipoteca a 30/35 años, muy poco margen hay
para alargar los periodos. Cuando la cuota resultante es de más de 1.000 euros
es muy complejo encontrar una cantidad asumible si alguno de los dos miembros
de la pareja está desempleado y con un futuro complejo. Pero hay que intentarlo y aquí los bancos deben ser mucho más humanos en la renegociación de las hipotecas.
Sobre el PUNTO 2 poco que decir, es una situación dramática,
que se puede medio resolver con la negociación, si esta es posible. En llegando a
este punto, que es el más grave, las soluciones son mínimas. Se puede modificar
la Ley Hipotecaria, pero es muy complicado (y con mucho cuidado) hacerla
retroactiva. Hoy la vivienda vale —tasada— en muchas hipotecas, menos de lo que
se debe. Los bancos que han “jugado” a las trampas de pillar a clientes con
hipotecas “basura” sin análisis serios, son los que peor están. O los cerramos
o no hay solución, pues todo intento de que sean ellos los que soporten las
nuevas pérdidas añadidas a las que ya tienen, los convierten en “muertos”. Pero
es que cerrar un banco supone que el Estado soporte el coste. Un banco no es
una empresa, que cierra y quien pierde son los accionistas y los trabajadores,
cada uno en una medida. Aquí si cierra un banco sin que el Estado esté encima quien
pierde son los ahorradores. Todos. Entiendo pues, que es muy complicado evitar
los desahucios, aunque sin duda hay que resolver los dramas humanos. Y hay que
filtrar desahucios y desahucios. Ser exquisito y mínimo con los avalistas, con
las familias asentadas, con las personas en exclusión.
Sobre el PUNTO 3 si que es muy fácil entrar a saco, y esto
afectaría sobre la solución del PUNTO 2. Hay que suprimir la usura de los
intereses de demora. Es un robo legal. Un robo sin paliativos. Las familias
deben poder hacer una suspensión de pagos y a partir de ese momento dejar de
correr los intereses de demora o que estos fueran mínimos. Y aquí si que debe
entrar el Estado soportando los costes de estos intereses rediseñados e las
hipotecas, para que no se conviertan en el gran lastre a las soluciones. Por
otra parte deben desaparecer los subasteros profesionales, mucho mejor si
desaparecen al ser enviados hacia las rejas que si se les cambia de trabajo. Es
una vergüenza consentida que los subasteros, amparados por especuladores y bancos,
jueguen con las propiedades de las personas que pierden su vivienda. Hay varias
fórmulas para evitar estas trampas legales, efectivamente cambiando las leyes.
Que no se nos olvida que la usura vampiresca llega a apoderarse de incluso los
muebles de parte de las viviendas desalojadas, que van a locales en donde se
subastan también o simplemente se los reparten entre tramposos profesionales.
Hay que suprimir los impuestos (plusvalía, IBI por ejemplo) derivados de
perder la vivienda, que muy poca gente conoce. El Ayuntamiento de Zaragoza ya
los ha retirado. Es una vergüenza que encima de quedarte sin vivienda tengas
que pagar un impuestos de plusvalía municipal. La “dación en pago” se puede
contemplar en algunas (muchas) viviendas, con una tasación justa por
profesionales serios y limpios, o asumiendo el “Banco Malo” estas viviendas
como va a tener que tragarse las viviendas que le dan los propios bancos enfermos.
Podrían pasar estas viviendas a formar parte del “Banco Malo” al precio de la
deuda que resta, en aquellos casos en los que se va con claridad judicial que
las familias son incapaces de poder pagar lo que resta. Aquí si que los jueces
deben entrar dentro de los procedimientos de suspensión de pagos familiar, a
resolver estas situaciones, con un cambio legal.
Pero si observamos con toda esta parrafada, poca solución hay
para NO PERDER la vivienda habitual, si hemos llegado al punto de no poder
soportar la cuota mensual. El desahucio es complejo y aquí los Servicios Sociales
de cada Comunidad deben resolver con alquileres sociales, adaptados a la nueva situación
personal, y durante un tiempo determinados, que las familias puedas rehacer sus
vidas.
Ojalá este lunes me sorprendan con una reforma legal que sea
más eficaz que lo poco que yo puedo plantear en estas líneas, que si lo miramos
con detalle, es mucho.