Llevo unos días apagado. Sí, apagado pero no fuera de cobertura. Cualquiera puede contactar conmigo, pero yo no quiero hablar con nadie. Me llaman, los atiendo, disimulo, y no les digo que estoy apagado.
Ellos esperan al otro lado al tipo de siempre, cuando estoy en la reunión debo comportarme, aun sabiendo que la puedo estar pifiando si pongo caras reales.
Repaso luego mentalmente mis intervenciones en busca de los errores y los pillo, aunque no son graves.
Repaso luego mentalmente mis intervenciones en busca de los errores y los pillo, aunque no son graves.
No debo avisarles, no es bueno demostrar que a veces estoy apagado y lo mejor es no aparecer débil, pero las agendas son programaciones que no tienen botón de apagar muy a la vista y te pueden poner zancadillas.
Podría romper mi agenda, decir que de vez en cuando me apago, pero creo que somos muchos los que la energía la compramos a golpes, que podemos estar dentro de lo más bien o de lo más tonto.
Podría romper mi agenda, decir que de vez en cuando me apago, pero creo que somos muchos los que la energía la compramos a golpes, que podemos estar dentro de lo más bien o de lo más tonto.
Que mientras nos sepamos organizar y seamos sinceros, asumamos nuestras debilidades e intentemos controlarlas, es bueno para todos aportar y sumar.
Y si el entuerto mental nos entra en los sesos, abandonar temporalmente…, que tampoco pasa nada.
Me dice mi santa que soy muy exigente conmigo mismo, y eso me dice también mi querida doctora de familia, que me conoce bien y me castiga sin comer pasteles para que un número baje en mi sangre.
Me dice mi santa que soy muy exigente conmigo mismo, y eso me dice también mi querida doctora de familia, que me conoce bien y me castiga sin comer pasteles para que un número baje en mi sangre.
Yo les digo que muy exigente no seré, cuando prefiero un whisky a que mi número de la sangre baje, pero me sonríen y no me creen. En fin.