Tras la
tragedia de la fiesta nocturna en el Madrid Arena, muchos se empiezan a preguntar
qué ha fallado en la seguridad. Pero se lo preguntan ahora, que hemos estado a
las puertas de tener una inmensa tragedia. Ha sido un milagro que no haya
habido muchos más fallecidos. Se está jugando en el límite en numerosos actos
para jóvenes.
En este tipo
de grandes fiestas tumultuosas de y para jóvenes, la seguridad es bajísima. En
el Madrid Arena y en muchos otros lugares de otras ciudade sespañolas.
El abuso en
el número de entradas sobrepasando el aforo es normal en este tipo de espectáculos, como lo es la falsificación, la entrada gratuita, la suma de aforo a la venta normal más el aforo de venta Vip, etc.
El tipo de
personas que controla este tipo de grandes grupos de personas es normalmente
sin calidad suficiente para detectar situaciones complicadas de seguridad. Es
normal que en estos eventos haya peleas, conflictos, violencia, alcohol
excesivo y otras sustancias que crean un caldo de cultivo que hay que prevenir
siempre.
Se cierran
puertas de seguridad que en un acto cultural normal nunca se cerrarían, para
evitar personas que se cuelen. Pero se cierran también desde dentro para que no
las abran los que ya están dentro y permitan que se entre desde fuera.
La mezcla de
políticos con empresarios de la noche es habitual a veces y esto hay que
limpiarlo con urgencia. Es imprescindible saber con qué criterios se entregan
permisos a ciertas empresas, qué controles se les exigen, qué responsabilidad
tienen, cuando son empresas que nacen y mueren con una facilidad espantosa.
Se juega con
que los jóvenes no se quejan o no detectan los fallos en seguridad, los abusos
en precios y números de entradas, la falta de seguridad pensando que contra más
policías privados menos juerga, etc. Otra vez más debemos ser los padres los que
exijamos una seguridad mayor, para evitar estos abusos.