Creo que nadie
duda de la crueldad absurda del Gobierno con los españoles más débiles, incluso
desde el análisis de que parte de estas medidas había que tomarlas. Nada se
puede hacer peor, que tomar medidas complicadas en la familia y no querer
explicarlas, razonarlas. Bueno, sí; despreciar a la familia y no querer
decirles nada o salir sonriendo en la ruedas de prensa, como si estuvieran
contentos con lo que hacen.
Continuamos
con la rectificaciones de promesas o de programas —más que nada por que no
quiero decir que simplemente son mentirosos—, pues hoy se dice una cosa y
mañana la contraria. Así es imposible lograr el respeto social, la
tranquilidad, la complicidad, el entendimiento social necesario para salir de
esta crisis muy compleja.
Pero
curiosamente siempre hay en todas las elecciones realizadas en este último año una
gran base social que consideran desde el PP suficiente para aprobar sus medidas,
añadida a un odio visceral hacia el resto de partidos políticos, lo que
convierte a España en una división entre “unos” y “otros”, no entre medidas
razonadas y medidas que facilitan la vida a los de siempre. No somos críticos
más que con lo que venimos odiando cada día un poco más, ayudando a la violencia,
de momento verbal.
Esta división
nos conduce a una situación complicada. El gobierno juega con que sabe cuando hay
que parar, hasta donde estirar la cuerda sin que se rompa. Pero este juego es
muy peligroso. Se pueden equivocar en el último minuto y no saber frenar. O lo
más fácil, se puede quedar la cuerda muy dañada y no ser posible la elasticidad
necesaria para que vuelva a su posición inicial.
La crisis
económica es muy grave, este blog lo lleva diciendo varios años, antes incluso
de lo se dijera desde los poderes públicos, en la misma medida en que avisamos
de que las medidas tomadas nos convierten en una sociedad dividida y muy débil.
Ahora les
está tocando a los jubilados, a los funcionarios, a los enfermos, a los…,
efectivamente, a todos. No hay problema, el miedo nos puede.