Se repite
como un mantra que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades en España.
Y lo primero que nos sucede es que nos negamos a reconocerlo. Ayudados eso si,
por millones de españoles que NO vivieron por encima de sus posibilidades y que
son los primeros que niegan esta posibilidad.
Hablan de sus
experiencias personales, y efectivamente ellos NO vivieron por encima de las
posibilidades reales de España, pero contra ellos hay otro buen montón de
millones de españoles que SI vivieron por encima de las lógicas posibilidades
reales y económicas, llevados por un auto engaño que ahora nadie quiere
reconocer.
Dando la
razón a los millones que NO vivieron por encima de lo que se debía, no debemos
dejar en reconocer que estadísticamente SI vivimos entre todos por encima de la
lógica, a costa de endeudarnos hasta lo ilógico.
Éramos
también cientos de miles —cuando no millones— los que en los años 90 y 00
hablábamos entre nosotros que estas hipotecas a 35 años, en donde se necesitaba
el sueldo de al menos uno de los dos cónyuges eran una trampa mortal. Nos
engañaban con unos intereses muy bajos, cercanos al IPC, y convencían a las
personas que no tenían ahorro, que lo lógico era comprar ahora para empezar a
disfrutar lo que ya iríamos pagando durante toda nuestra vida.
Y sin mesura,
sin análisis serio de los riesgos, comprábamos, nos endeudábamos y lo curioso
es que incluso engañábamos a los familiares para que nos acompañaran en la
firma ante el notario, colocando también sus viviendas como avales. Nadie parecía
notar nada extraño.
Si un padre
se negaba a avalar la compra de un piso a uno de sus hijos, era tratado por
estos como un traidor, un viejo anclado en el siglo XIX, un peligro a batir.
Daba igual si
el piso de los hijos duplicara la superficie del de los padres, si tenía más
lujos aun disponiendo de menos ahorros para soportarlo. Las nuevas generaciones
parecían disponer de todo el éxito a través del trabajo del yuppy nuevo que a los sumo aspiraba a tener un
apartamento en la playa y a dos abuelos que ejercieran de guardería.
Efectivamente la generación de los padres y abuelos también tuvimos gran parte
de culpa por no saber avisar de los peligros e imponer nuestra experiencia.
Hoy estamos
en el año 10 de esos 35 años que nos dieron para pagar las deudas. Y
curiosamente nos quejamos. ¿De qué?, ¿alguien nos garantizó que la vida no iba
a cambiar en esos 35 años? ¿alguien dejó de pensar, para que solo pensaran los
usureros y los manipuladores de nuestras vidas?. De ser así habría que ser
responsables y asumir nuestros errores, por no querer pensar. Algo que por
cierto volvemos a hacer ahora, que tampoco queremos pensar sobre qué debemos
hacer con España y obrar en responsabilidad.
Que piensen
otros.
Que decidan
otros.
Yo no quiero implicarme.
Todos son
iguales.
Efectivamente,
hay cientos de miles de jetas, dispuestos a pensar por nosotros, a decidir por
nosotros, a implicarse en la búsqueda de SUS beneficios. Y efectivamente,
también es verdad que (casi) todos somos iguales, es decir, (casi) todos somos
tontos de baba y dejamos que los “listos” saquen beneficios de nuestra inútil forma
de actuar. No hay problema, todavía nos quedan 25 años de deuda, para llorar y
quejarnos con cara de amargados. Pero hay millones que están disfrutando de
nuestra idiotez con nuestro beneficios que ahora son suyos.