Tras unos días en una
localidad muy turística del litoral mediterráneo, ciudad que conozco por tres
décadas de convivencia, uno se pregunta si realmente tenemos entre las manos un
país en crisis o si simplemente lo están sufriendo las personas que se quedan
sin vivienda y sin trabajo.
Mi respuesta es clara, y
muy dura; pues no veo al país con señales claras de entender lo que sucede.
Los trabajadores de una
escala básica o media están sufriendo como nadie una crisis que no han
provocado. Pero existe una clase media, media alta o directamente alta, que
simplemente están esperando a que escampe. No hacen nada por resolver la
situación ni por adaptarse a ella. Pero vuelvo a mi playa turística.
Curiosamente los hoteles
cierran en una semana. Hoteles que están llenos estos días, ayudados por un
puente, pero que también lo estaban hace un año sin puente o lo seguirán (casi)
estando por sus justos precios, la próxima semana que ya no es festiva y será
la última.
La amortización de estas
estructuras turísticas ya está realizada. Es solo mano de obra lo que se
debería pagar y coste de los productos que los turistas consuman. Pero
prefieren cerrar y mandar al desempleo a los trabajadores. Culpa de muchos,
pero que nadie encuentra —año tras año—, una solución que amaine este entuerto brutalmente
estacional del turismo español.
El 50% de los clientes de
este fin de semana eran extranjeros —franceses y de Europa del Este, en su
mayoría—, casi todos de una edad avanzada o parejas adultas. Es decir, personas
que disfrutan de la calma, el buen tiempo, la gastronomía, el ocio español o
sus parques temáticos.
A la vez que cerrarán los
hoteles, ya han cerrado en un 50% los restaurantes, bares, cafeterías o
tiendas en una zona turística que verá cerrado casi todo el comercio de servicios
en un par de semanas. En noviembre llega el apagón comercial y las ciudades
fantasmas al litoral turístico español.
Hemos creado un sistema
de trabajo turístico, con 6 meses de duro laboro, medio mes de vacaciones
pagadas o no, dos meses o tres de desempleo que entrega “papa” Estado y 3 meses
sin cobrar nada. Esto es insostenible y las autoridades municipales deben
ejercer junto a las estatales o autonómicas un control férreo, modificando
normas.
Por ejemplo cobrar unos
impuestos muy altos en los 4 meses de verano, normales en 2 meses intermedios y
NO cobrar nada por las actividades económicas en los 6 meses de tiempo
irregular.
Por ejemplo exigir por
ley que tengan diferente categoría de cotización de impuestos los servicios que
abren todo el año contra los que solo abren 6 meses.
He estado en un gran
hotel dividido en dos hoteles independientes. En primer línea de playa. Cierran
los dos en una semana. Son hoteles de pensión completa que los fines de semana
al menos tendrían una ocupación alta si siguieran en sus promociones
turísticas. Pero despiden a todos sus trabajadores y dejan de tener actividad
económica. Y así decenas de ellos en una localidad que se convierte en
fantasma, cuando en verano supera los 100.000 habitantes.
Pero curiosamente esto no
ha sido así siempre. Hace 3 décadas muy pocas tiendas cerraban en invierno,
cuando el número de turistas era mucho menor. Necesitaban la facturación de los
12 meses para cuadrar sus inversiones y coste de explotación. Ahora se
conforman con los 6 meses de verano. Ellos todavía no están sufriendo la misma
crisis que nosotros. Pero tampoco hacemos nada por que ayuden con sus
actividades a que España salga mejor parada.