14.10.12

Turismo estacional que no sabemos (queremos) modificar

Tras unos días en una localidad muy turística del litoral mediterráneo, ciudad que conozco por tres décadas de convivencia, uno se pregunta si realmente tenemos entre las manos un país en crisis o si simplemente lo están sufriendo las personas que se quedan sin vivienda y sin trabajo.

Mi respuesta es clara, y muy dura; pues no veo al país con señales claras de entender lo que sucede.
Los trabajadores de una escala básica o media están sufriendo como nadie una crisis que no han provocado. Pero existe una clase media, media alta o directamente alta, que simplemente están esperando a que escampe. No hacen nada por resolver la situación ni por adaptarse a ella. Pero vuelvo a mi playa turística.

Curiosamente los hoteles cierran en una semana. Hoteles que están llenos estos días, ayudados por un puente, pero que también lo estaban hace un año sin puente o lo seguirán (casi) estando por sus justos precios, la próxima semana que ya no es festiva y será la última.

La amortización de estas estructuras turísticas ya está realizada. Es solo mano de obra lo que se debería pagar y coste de los productos que los turistas consuman. Pero prefieren cerrar y mandar al desempleo a los trabajadores. Culpa de muchos, pero que nadie encuentra —año tras año—, una solución que amaine este entuerto brutalmente estacional del turismo español.

El 50% de los clientes de este fin de semana eran extranjeros —franceses y de Europa del Este, en su mayoría—, casi todos de una edad avanzada o parejas adultas. Es decir, personas que disfrutan de la calma, el buen tiempo, la gastronomía, el ocio español o sus parques temáticos.

A la vez que cerrarán los hoteles, ya han cerrado en un 50% los restaurantes, bares, cafeterías o tiendas en una zona turística que verá cerrado casi todo el comercio de servicios en un par de semanas. En noviembre llega el apagón comercial y las ciudades fantasmas al litoral turístico español.

Hemos creado un sistema de trabajo turístico, con 6 meses de duro laboro, medio mes de vacaciones pagadas o no, dos meses o tres de desempleo que entrega “papa” Estado y 3 meses sin cobrar nada. Esto es insostenible y las autoridades municipales deben ejercer junto a las estatales o autonómicas un control férreo, modificando normas.

Por ejemplo cobrar unos impuestos muy altos en los 4 meses de verano, normales en 2 meses intermedios y NO cobrar nada por las actividades económicas en los 6 meses de tiempo irregular.

Por ejemplo exigir por ley que tengan diferente categoría de cotización de impuestos los servicios que abren todo el año contra los que solo abren 6 meses.

He estado en un gran hotel dividido en dos hoteles independientes. En primer línea de playa. Cierran los dos en una semana. Son hoteles de pensión completa que los fines de semana al menos tendrían una ocupación alta si siguieran en sus promociones turísticas. Pero despiden a todos sus trabajadores y dejan de tener actividad económica. Y así decenas de ellos en una localidad que se convierte en fantasma, cuando en verano supera los 100.000 habitantes.

Pero curiosamente esto no ha sido así siempre. Hace 3 décadas muy pocas tiendas cerraban en invierno, cuando el número de turistas era mucho menor. Necesitaban la facturación de los 12 meses para cuadrar sus inversiones y coste de explotación. Ahora se conforman con los 6 meses de verano. Ellos todavía no están sufriendo la misma crisis que nosotros. Pero tampoco hacemos nada por que ayuden con sus actividades a que España salga mejor parada.