He leído en El País del domingo (octubre año 2012), que está sufriendo como todos la gran bajada de rentabilidad por la pérdida de lectores e ingresos publicitarios, uno se pregunta algunas cosas sobre el efecto publicitario real de los medios de comunicación sobre los consumidores, que merecerían algunas respuestas internas.
Nada más abrir el periódico me encuentro con la página 2 y la página 3, enteras, con un anuncio de un coche caro. El precio de esta sin razón debería ser tremendo, o al menos lo era en otros tiempos, desconociendo ahora qué trabajo de orfebrería fina tienen que hacer los comerciales de publicidad para lograr meter este contrato.
Como es lógico, dos páginas encaradas y llenas de un solo anuncio, sirven para ser pasadas en menos de un segundo sin percatarse —la inmensa mayoría de los lectores— qué se anuncia allí, más si no contiene un elemento gráfico que llame la atención.
Que me perdonen los que logran la rentabilidad a duras penas con la publicidad, pero es que creo que hay que plantearla de nuevo, repensando sinergias, rentabilidades y precios. Pero sigamos.
En total El País del domingo sin suplementos se compone de 64 páginas. Hay 19 páginas con anuncio a toda página. Jope. Casi un 30% del periódico son anuncios a página entera. Carísimos antes, que previsiblemente hoy se venden para dar importancia al anunciante y llenar papel a precios de oferta. No llegan a 7 las páginas en superficie del resto de anuncios. En total un 40% de publicidad que no es mucho, si se pudiera cobrar al precio que antes valía.
Pero el consumidor huye de la publicidad. De toda. Más si es de página completa pues es más fácil no dirigir la mirada hacia el anuncio y pasar de él. Hoy la publicidad es más indirecta, más “en secreto”, teledirigida, in que el lector o el televidente se percate de que le está entrando por la vena.
Efectivamente, como dice Cebrián, todavía nadie ha descubierto la manera de hacer rentable internet y su gran potencial publicitario. Hay que pensar con el siglo XXI entre ceja y ceja y no con el siglo XX entre las piernas.