El PSOE se pregunta desde dentro cual es el motivo real de esta pérdida de poder social tras los malos (malísimos) resultados en Galicia y País Vasco. Barajan varias posibilidades para entender esta caída, sin darse cuenta de la mayor.
Pueden estar todavía recogiendo las malas cosechas de la época de Zapatero
Puede que su labor de oposición en este año haya sido mala y nula.
Es posible que las campañas electorales hayan sido negativas.
Podría ser que en Galicia el nuevo candidato no tuviera peso suficiente.
Es posible que gobernar con el apoyo del PP en el País Vasco le haya pasado factura.
Pero también es muy posible que el PSOE haya perdido su sentido político y no sepa qué hacer.
Incluso que su sensación de agotamiento político haya trascendido a la sociedad y gran parte de sus votantes los hayan abandonado, incluso definitivamente.
Pero es también cierto que el PSOE no está asentado en estos momentos en ninguna ideología. Vaga, se mueve, tambalea sus ideas, no sabe buscar aliados, no cambia nada tras el gran derrumbe de las generales, es una continuidad noqueada que parece estar buscando aire, pero que lleva excesivo tiempo sin encontrar una silla donde sentarse. Más parece que necesita una cómoda cama o al menos un sofá amplio.
El PSOE necesita encontrar, fabricar, montar a piezas primero un nuevo líder y luego un gran equipo de trabajo a su vera. O es capaz o se hunde. Volverá a cojear en Cataluña, pero lo grave es la sensación de hundimiento de sus militantes, de sus simpatizantes que están buscando salidas o simplemente se quedan en su casa.
Los errores electorales y políticos de Rajoy no van a ser suficientes para que el PSOE recupere su luz. Ya ha surgido un nuevo gallego dispuestos a ser alternativa, pero en el PP tienen a varios más. Enfrente no tienen “a nada”.