Huir no siempre es de cobardes, a veces simplemente es de miedicas y otras de inteligentes estrategas. Se puede huir corriendo, o dando un salto potente hacia atrás o pegando una patada en la mesa y mientras miran de donde ha venido darse el piro y desaparecer, o dar un gran salto adelante y sorprender.
Huyen los cobardes —dicen—, pero también los bien informados, los que desean tomar impulso, lo que disimulan, los que saben organizarse bien en las batallas, los que buscan respirar.
Recular no siempre es huir, muchas veces es tomar impulso, buscar un espacio nuevo, hacer palanca, engañar el contrario.
Así que no lo dudes, huir puede ser una posibilidad más, una oportunidad para ganar, una decisión acertada si simplemente se sabe que se está perdiendo y hay que buscar otros escenarios de batalla. No temas en huir, si lo haces ordenadamente y sabiendo los por qué. Lo importante en la huida es no tener miedo y saber organizarla. Si se huye corriendo, de espaldas y sin mirar al enemigo, es mucho mejor NO huir y mantener las posiciones, aunque sean muy duras. Para huir hay que saber buscar el momento y estar preparado para contraatacar.