Lo que percibe la sociedad sobre el PSOE es desmoralizador para los socialistas. La sociedad no los ven como socialistas, tampoco como conservadores, no como intelectuales, no encuentran en su seno líderes políticos nuevos, pero tampoco creen en ninguno de etapas anteriores.
No saben los ciudadanos si el PSOE es centralista, autonómico, federalista, apoya la autodeterminación o es partidario de restar poder a las autonomías. Las contradicciones son claras, las explicaciones sin concretar y existen diferente opiniones dentro de su partido entre líderes muy conocidos y con gran capacidad de llegar con su mensaje.
Los ven apagados, grises, bajando sin freno en sus expectativas, sin conectar con la sociedad crítica por los recortes, sin ser oposición creíble y respetada, sin logran intuir qué opinan sobre la actual situación económica y su parte de responsabilidad sobre ella.
¿Qué puede hacer un muy importante PSOE para salir de este atolladero?; pues es muy complicado para la izquierda. El mismo PSOE han cavado una fosa tremenda con el resto de fuerzas políticas de izquierda, lo que les impide a todos, replanteamientos ideológicos que sirvieran para agrupar fuerzas.
Si se mueven hacia la derecha dejarán más hueco a una IU que aumenta poco a poco su potencia, pero además será asfixiado por un PP que puede moverse entre un gran espacio político, sobre todo por que sus estrategas saben que con hacer pequeños gestos hacia el centro podrán recuperar en dos años un espacio que ahora desprecian.
Si se mueve hacia la izquierda resultará poco creíble su movimiento, si previamente no hace un cambio tremendo de líderes y personas, de modos e ideología, de incluso imagen y sistemas de comunicación.
Puede esperar, como supo hacer Rajoy con su PP durante unos largos años, pero ni es fácil ni dispone el PSOE de un desierto ideológico a su lado, pues empujar movimientos y partidos de izquierda que poco a poco le van restando poder y sentido político.
Cuanto más tarden en encontrar a un nuevo líder más contaminado saldrá este con las inoperancias actuales. Pero es sumamente complicado hallar a un mirlo blanco desde la nada. Incluso con un Congreso General se podría dar el problema de que no saliera una nueva figura respetada por todos y además válida para la sociedad. Y sería peor el remedio que le enfermedad.
Sería bueno que con urgencia empezaran a salir grupos de trabajo, nuevos núcleos que decidieran dar una nueva cara por el cambio y entre todos estos equipos (por separado) plantear cambios; como en una mesa revuelta de ideas rompedoras pero viables. Es una pequeña guerra interna pero controlada, con el ánimo de encontrar a nuevas personas e ideas. Cerrar en falso es un error, no dar la cara como políticos por miedo a no salir en la foto es un gran error.
Se pueden hacer con luz o a oscuras; internos y en silencio o empleando a los medios de comunicación como una herramienta más de presentación y selección. El debate inmenso que deben hacer entre ellos tiene que fructificar asumiendo un nuevo equipo de personas la historia de un gran partido, pero sobre todo la gestión de una figura institucional que es la oposición. Si no saben hacerlo, se hundirán hasta el abismo y otros ocuparán su espacio. No es tampoco un drama sin solución.