Estamos en
plena crisis económica a la que no sabemos encontrar salida en España pero ha
surgido precisamente a la vez, un serio problema territorial, de respeto a
comunidades históricas, de entendimiento de lo que es España y sus diferentes
maneras de entenderla.
Es complicado
saber si este nuevo tema de presión, de conflicto, ha surgido espontáneamente o
provocado por alguien, algo o mejor dicho por “alguienes”. No es fácil creer en
las casualidades cuando estas son graves, cuando persisten, pero es también
cierto que la inoperancia y la mala praxis de los políticos que nos han tocado
en esta década, dejan mucho que desear.
Lo cierto es
que este asunto se está enquistando en un mal momento. Al carro de la
independencia como concepto nos vamos uniendo todos, unos somos nacionalistas
de una clase y otros de la otra. Muy mal como concepto político, pero imposible
de explicar cuando las mentes parecen cerradas a entender lo que es la política.
La política
no es intentar conseguir todo a la vez. No es tampoco conseguir todo. Es más
importante para mi —según mi concepto de la política— el orden de las cosas,
quiero decir la distribución y disposición en el tiempo, de aquellas metas que
hay que alcanzar.
Jordi Puyol,
un gran catalán, supo acuñar una frase corta que se debería emplear más veces.
“Ahora no
toca”
Si ahora no
toca, no quiere decir que nos olvidemos de su importancia. Quiere decir que
estamos priorizando otros asuntos. No se puede tomar el cava junto a la sopa ni
el moscatel con las borrajas. O al menos no se debe. Hay que ordenar en el
tiempo los movimientos de las piezas para intentar conseguir la victoria.
Por eso me
pregunto si no nos estaremos equivocando, no tanto en los mensajes o en las
metas propuestas, sino en la ordenanza decidida para alcanzarlas. Creo que
ahora no toca hablar de independencia, de autodeterminación, de nacionalismo.
Pero no toca ahora, sabiendo que es muy importante resolver este problema en
España, pero a la vez, decidiendo que es mucho más importante resolver otros
problemas.
Es posible
incluso que se intente despistar con estos conflictivos asuntos, la inoperancia
para resolver los otros, pero si es así, desde la oposición no deberíamos caer
en la trampa que se nos tiende, con el señuelo que debemos considerar
equivocado.