No entender a los catalanes
nos lleva a situaciones como esta, con una puerta abierta a un abismo del que
desconocemos su profundidad. Pero hablo de no entender a los catalanes desde la
posición de
los españoles,
no desde los políticos, que también. No entender lo que es un sentimiento, algo muy distinto
a no entender lo que es tener razón o deseos, lo que es incluso estar equivocado pero estarlo
masivamente.
Para movilizar a entre dos
millones y seiscientas mil personas, para los que sabemos lo que cuesta
movilizar a mil personas, sabemos que solo se logra si es cuestión de sentimientos profundos,
de que la sociedad entienda que ahora sí, que es esto o no será nada. ¿Quienes son responsables de que este sentimiento se haya
apoderado de la forma de ser de los catalanes?
No me importa tanto Cataluña como nación, como me importa lo que
desean ahora mismo millones de catalanes para Cataluña, que aunque parezca lo
mismo, no lo es. Cataluña tienes razones. Los catalanes tienes sentimientos.
Las razones se pueden
negociar, acordar, intercambiar, posponer.
Los sentimientos no conocen
razones, no saben de apaños, de prebendas, de negociaciones de mesa.
En estos momentos a los
catalanes les importa poco si salen ganando o perdiendo, y digo bien, incluso a
los catalanes. Ahora lo que les importa es ganar o vencer, no les importa casi
nada salir ganando o perdiendo. Y esto es incluso peligroso.
Las cosas se han hecho mal
desde hace muchos años, pero ayer mismo Rajoy se empeñaba en seguir haciéndolas mal. Es cuestión de no aprender nunca de las
empatías
sociales, de las necesarias inteligencias emocionales a la hora de entender a
las sociedades. Incluso teniendo razón, se puede perder esta, si no se sabe administrar con
corrección,
pues también los contrarios puede reaccionar con sus razones.
Se ha abierto una puerta que o
cerramos entre todos o no se cerrará. Quien piense que no tiene importancia no entiende a la
historia. Quien piense que la deben cerrar "ellos" volverá a equivocarse.