Que el mundo
está cambiando no es nuevo ni novedoso. Pero asumirlo es una asignatura
pendiente de los occidentales. Los mundos se cambian por la acción de las
personas, por los grupos humanos que se transforman y van cambiando por
diversos motivos, contra los que muchas veces no se pueden oponer los que salen
perjudicados. Y ahora nos toca a los occidentales asumir cambios que nos pueden
transformar en menos válidos, menos ricos, menos importantes.
Somos siete
mil millones en el mundo, de los que en las dos/tres últimas décadas, unos dos
mil millones han dejado de ser pobres totales (extremos) para empezar a
consumir y a ser protagonistas de su futuro. Esperando esta entrada en el
primer y segundo mundo, están otros dos mil millones de personas, que lo harán
en breves años. Esto es muy positivo, humanamente inaceptable que no se haya
producido antes. Pero un gran reto para el mundo cómodo occidental que no sabe
como reaccionar.
Ahora son dos
mil millones de personas las que han dejado de comer arroz y maíz en los
últimos años para empezar a tomar proteínas. Cientos de miles de personas que
han empezado a consumir de todo lo que nos creíamos los occidentales que casi
nos pertenecía en propiedad única.
Esto es muy
positivo, si no fuéramos nadie miopes por el egoísmo y la especulación. Pero
los caminos emprendidos parecen otros. Los países emergentes ya están comprando
grandes cantidades de terrenos en el Tercer Mundo para cubrir sus necesidades
de alimentos nuevos. Se vende África y América del Sur si se deja, que parece
que en parte si. Pronto vendrán a Los Monegros que como siempre han estado
secos nos hemos creído que no valían para nada. Compran todo lo que se menea,
empresas en crisis o acciones de bancos. Ellos tienen dinero, los europeos no.
El Segundo Mundo, el emergente, se intentará apoderar del Primer Mundo para
ocupar su puesto, a costa muchas veces del Tercer Mundo al que intentará levantar
solo lo justo para aprovecharse de sus posibilidades económicas. Algo de lo que
en el Primer Mundo ya tenemos sobrada experiencia.
He empezado
diciendo que los mundos se transforman por iniciativa de las personas. Y sigo
diciendo lo mismo, aunque no lo parezca. Las personas son las protagonistas. Pero
es cierto que los grupos humanos se manipulan, se mueven según le interesa a
grandes corporaciones. La defensa ante la manipulación siempre tiene que venir
desde grupos igual de fuertes, de inteligentes, de (lo siento) manipuladores.
Y Europa está
jugando a ser menos fuerte cada año que pasa. En una década, a lo sumo dos, si
no sabe trabajar la unión, Europa no tendrá importancia más que para hacer
guerras, como ha sucedido siempre en la historia universal. Europa se juega su
futuro, el del próximo siglo, en a lo sumo un par de años.