Se habla
intermitentemente sobre la posibilidad positiva o negativa de terminar España
solicitando el rescate a Europa. Los hay a favor, los hay en contra, los hay
que desean esperar. ¿A qué?
Hay una gran
duda que no se cuenta, que no se señala por temor a que sirva para que se
convierta en realidad. En economía, los miedos hacen que las previsiones
negativas se conviertan en realidad ellas solas, simplemente por temores a
veces infundados.
Es cierto
(parece) que Europa no deja claras las condiciones que llevará dentro el
rescate a España. Como no queda claro que los acuerdos aprobados en junio de
2012 en el Consejo de la UE se convierta al final o en papel
mojado o en realidad.
Que
el rescate pedido para los bancos españoles entre o no entre en el debe del déficit
del Estado, puede romper el acuerdo inicial sobre el rescate bancario y abre
nuevas interrogantes sobre ese rescate que ya ha pedido España y sobre el
futuro rescate para el conjunto de nuestra contabilidad, pues parece que las
normas se van cambiando según los países o los mercados se quejen poco o mucho
sobre el sur de Europa.
Pero
hay un motivo más importante.
¿Qué
sucedería si al final España tiene que salir del euro? ¿qué, si al final el euro
explota? ¿qué es más interesante para España (país que tiene que pagar el
rescate y sus intereses), tener la deuda en euros o en otra moneda?
El
orden de los factores SI que importa. No es lo mismo pedir un rescate y salirse
del euro al cabo de un año; que salirse del euro y pedir después el rescate o
ponerse a imprimir pesetas como bellacos.
España
necesita ser rescatada con dinero fresco. Las presiones son muy duras. O nos
ayudan con seriedad y suavidad o nos tendremos que ayudar nosotros mismos. Y la
única manera es imprimiendo pesetas en un camino increíblemente dudoso,
intranquilizados, sin explorar y que nos puede llevar a una debacle económica y
una inflación altísima. Pero es eso o hacer suspensión de pagos estatal y no
poder pagar sueldos de funcionarios, paro o pensiones.