Primero se rió el PSOE de los que teníamos más de 55 años, aumentando la edad de jubilación hasta los 67 años y ahora el PP pretende dar otra vuelta más de tuerca complicando el acceso a la jubilación, para que se cobre menos. No hay que darle más vueltas. Simplemente quieren que cobremos menos, que costemos menos al Estado, que salgamos más baratos a costa de lo que sea. Repito. DE LO QUE SEA.
Somos la generación que estábamos en primera línea social cuando la Transición, y ahora nos toca tras desencantarnos de la política, aguantar sin tantas defensas y menos fuerzas, los embates de unas reformas que nos van a dejar en muy malas condiciones económicas, si alguna vez logramos jubilarnos tras un periodo de desempleo brutal.
Esperan de nosotros, además, que sigamos soportando a nuestros hijos en los hogares y sin futuro, para convencerles también de que España merece la pena. Vamos a ser una generación que además de perder, vamos a ver como nuestros hijos pierden todavía más y se nos prohíbe preguntarnos qué hicimos mal en la Transición, qué estamos haciendo mal ahora.
No toda la culpa la tienen el PSOE y el PP. No se salva nadie por pequeño que sea. No escucho voces organizadas que sean capaces de trasmitir serenidad ni soluciones. No veo a una IU con planteamientos serios; no escucho a los partidos pequeños con ganas de estar todo el día trabajando por encontrar el camino; no me fío ni de CIU ni del PNV que se venden según sopla el viento; me estoy acercando peligrosamente a las ideas de la gente de la calle, siendo un político pequeñito que conoce “el percal” desde dentro.
Primero se desencantó la sociedad conservadora. Luego se desencantó la sociedad progresista. Ahora nos estamos desencantando los que participamos en la política. No soy el único en mi grupo. ¿Qué viene después?