La crisis política y social se va a convertir en una crisis institucional dentro de una España huérfana de políticos de primer nivel, incapaces para liderar la sociedad actual. El silencio (responsable o no) parece la decisión tomada en excesivos casos, cuando no la inoperancia en sus ideas.
A los policías o bomberos en la manifestaciones se han unido declaraciones de asociaciones de militares, manifestaciones junto a las sedes de partidos políticos, uso de la Monarquía de forma boba, engaños en la declaraciones públicas del gobierno, dificultades para tranquilizar y reordenar la cúpula judicial, peticiones cada vez más intensas para recortar todo lo que es política tanto en puestos de representatividad como en la organización del Estado.
Solo faltaría que nos creciera una bacteria más, de esas que suelen surgir cuando la sociedad está muy cabreada y sin salidas a su situación. No doy ideas pero aviso. Y curiosamente los políticos con obligación de detectar este grave problema no están haciendo nada para liderar la sociedad, plantear diferentes soluciones, explicar lo que ellos entienden de positivo o negativo de cada situación, hacer pedagogía política, defender nuestro sistema social de organización política.
La oposición en bloque está muy triste, apagada, absurdamente colaboradora cuando es parte de la sociedad la que necesita ayuda urgente. No se escuchan ideas para combatir el desempleo, excepto recortes y penalizaciones a los desempleados. El PSOE está apagado y desaparecido, pero el resto de fuerzas políticas dudan entre apoyar al gobierno o callar. Mientras tanto UPyD saca rendimiento desde una organización pequeña y que en cualquier otra situación política le hubiera llevado a la desaparición. Pero hay que reconocer que el resto de fuerzas políticas lo están haciendo tan mal, son tan escasamente efectivas, que cualquier tuerto será el Rey.