Se habla desde los sindicatos de volver a montar otra huelga general. Estoooo, no, veamos, seamos sinceros e inteligentes. NO. Otra huelga general no es el camino, es una prueba más para demostrar que la sociedad no está por estos caminos de réplica, de defensa, de crítica. Tendremos que buscar nuevas maneras de queja, de presión, de rebelión contra las medidas que toman las personas a la que en teoría hemos elegido para que nos gestionen el país.
Las huelgas generales son sistemas defensivos del siglo XX, caducos e ineficaces. Otro asunto es que no seamos capaces de articular otras medidas, pero eso no quiere decir que estas sean buenas. También para eso están los políticos y los sindicatos, para construir sistemas diferentes, complementarios, mejores.
Ayer me decían unos funcionarios que la solución pasa por no consumir. Es una opción. Si dejamos de consumir en serio y de forma masiva provocamos que el sistema se rompa. En estos momentos poner paños calientes en la herida parece poca cosa; luego, a grandes males, grandes remedios.
Hay muchas otras formas de protestar, de hacer visible desde la sociedad que esto no es lo correcto. No voy a apuntar ideas, que cada uno se las imagine, pero desde las organizaciones hay gente con base y conocimiento suficiente como para diseñar nuevas alternativas a una huelga general.
Si una huelga general la realiza un millón de trabajadores, imaginemos un millón de hogares que durante una semana no consume nada excepto lo más básico. Efectivamente habrá cosas que se recuperan en los días posteriores (como el trabajo que no se hace en un día de huelga), pero muchas otros productos que no se consumen esa semana, no se consumirán nunca.