Hubo un tiempo en que la publicidad, naciendo como quien dice, empleaba métodos perdurables como las cerámicas en las fachadas de las tiendas, para dar a conocer sus productos. Las farmacias o los productos químicos eran los más útiles, pero también las tabernas, cafeterías o restaurantes. Son la antesala de las vallas publicitarias actuales.
Eran tiempos en los que se ponían incluso los precios, señal de que se mantenían fijos en el tiempo. Incluso sin tener la picardía de poner el precio en una o dos cerámicas a lo sumo, para poderlas cambiar por otras si hiciera necesidad. En esta caso “Dierretil Juanse” de una farmacia de Madrid nos deja un ejemplo mal cuidado por obra de gamberros que no saben distinguir lo que debe conservarse, de lo que por aquellos principios del siglo XX era normal en las tiendas “de postín”.