Esta semana (no) terminada, hemos estado financieramente a un paso del abismo en España, por mor de olvidos, amiguetes, acciones tapadas y escondidas, bancos malos y bancos peores. La solución no ha llegado pero hemos de reconocer que España sobre todo, tiene una gran sociedad para estos casos —para otros no, lo siento— y su tranquilidad y sosiego es un activo. Mi gran duda es si la calma es producto de la reflexión o del desconocimiento.
Las medidas de ayer del Consejo de Ministros van por el buen camino según mis particulares visiones, pero se quedan muy cortas. Sí tuvo los arrestos desmedidos el PP, cuando hizo la reforma laboral que no va a servir para nada, pero en cambio le ha entrado el miedo a y por los amigos, cuando ha tenido que hacer una reforma financiera que se ha quedado corta. Y lo malo es este tipo de medidas escasas, es que los mercados son unos cabezones y exigen rectificaciones y contra medidas a poco que cambien el aire o aumente el miedo. Los inversores —extranjeros sobre todo— se empeñan en asegurarse el cobro, por encima de todas las demás variables posibles.
La gran duda es de donde vamos a sacar tanta pasta gansa como necesitamos para poner orden en este barullo crediticio malo. Pensar que bajando los impuestos a la venta de viviendas ayudará a su cambio por dinero del de verdad es una acción de buena gente pero de desconocimiento de la situación. La sociedad española no tiene dinero, tendrá que seguir viviendo a crédito muchos años y ahora no están los bancos por entregar billetes, pues necesitan ellos todos y algunos más.
Y los precios siguen en posiciones absurdas, sobre todo en la viviendas que no se quieren vender. No es de recibo seguir con apartamentos de costa en más de 200.000 euros, propiedad en muchos casos de inversores, bancos o especuladores, que engañan un mercado que debe rectificar con urgencia sus precios si desea reactivarse. Quedaría la opción de vender paquetes inmobiliarios a grupos extranjeros, que se está intentando pero a costa de unos precios que para sí desearían los posibles clientes españoles. Si sales al mercado exterior con los activos inmobiliarios, ellos te marcan el precio y saben muy bien cuanto vale en realidad cada ladrillo español.