Hay millones de personas en España que NUNCA han vivido por encima de sus posibilidades, que nunca se han endeudado en cantidades mayores a las que podían pagar, que siempre habían trabajado y pagado sus impuestos, que nunca han defraudado, que han confiado en sus políticos, que incluso han ayudado en el pasado a personas de su entorno, que han creído en los bancos, que han sido siempre responsables y con sentido común.
Pero ahora nos acusan de vivir por encima de nuestras posibilidades, a todos. Nos acusan de ir mucho al médico, de emplear la educación como un lujo, de endeudarnos sin tino, de ser irresponsables, de ser unos jetas que todo lo queríamos gratis.
Y los políticos —con perdón, pues me incluyo entre ellos y los creo conocer— permanecemos callados, sin ideas, sin saber qué decir o hacer, esperando que este barullo acabe. Realmente la mitad está esperando que acabe con la otra mitad. ¿Pero qué espera la sociedad de la política?, pues casi nada, ya, bueno, si acaso y en un porcentaje que crece peligrosamente, que desaparezcan los políticos.
Pero la responsabilidad de los políticos no es estar callados, esperando. Su responsabilidad es ser inteligentes, excelentes, útiles, capaces, con cintura para adaptarse a las circunstancias de cada momento. Esperamos de ellos —esperan de nosotros— que sean capaces de estar SIEMPRE reunidos en busca de soluciones. Menos hablar de asuntos menores, incluso de temas MUY menores, y TODOS ponerse a trabajar por los tres o cuatro problemas que son realmente muy urgentes e importantes. Como mayor de todos, crear puestos de trabajo.
¿Pero de verdad nos permitimos entre nosotros mismos ponernos a trabajar por los realmente urgente y necesario? Igual la sociedad tiene razón cuando se desafecta de su clase política y hay que empezar a replantearse cambios MUY en profundidad.