Yo mañana haré huelga; respetando totalmente a quien no la haga y deseando que ellos me respetan a mí por hacerla. Mi postura personal es muy sencilla pues no dependo de ninguna empresa, pero hacer huelga es algo más que no acudir a trabajar, es también no consumir, no acudir a bares o supermercados a comprar, es no ir al cine y no emplear el coche, es no ver más televisión que el resto de los días sino bastante menos, es no emplear internet ni ir al banco a realizar gestiones.
Hacer huelga es pasear, hablar con la familia, leer un libro, ponerte la radio, descansar o escribir. Es darnos cuenta que estamos perdiendo derechos y muy pocos están defendiendo a los trabajadores de estos abusos legales. Es pensar que tal vez no sirva para mucho, pero que tiene toda la razón de ser, pues el recorte es brutal en nuestros derechos como trabajadores. No hemos propiciado la crisis, no la estamos alimentando, pero en cambio estamos siendo los que la pagamos con más dolor, con menos derechos, con menos trabajo y futuro.
Pero debo dar palo a todos y ahora les toca el turno a los sindicatos. De los empresarios no hablo pues no son mas que especuladores con menos formación de la necesaria para poseer el poder de la riqueza empresarial en una España que necesita buenos empresarios y no malos jetas buscando el beneficio fácil.
No he escuchado a los sindicatos ofrecer alternativas a un mercado laboral español obsoleto e inmoralmente débil. Ni ahora ni en los últimos 15 años. Cada vez que estornuda la economía en España, el desempleo afecta a un número terriblemente excesivo de españoles. Ahora y en todas las demás crisis, grandes o pequeñas, que han afectado a la economía mundial y en concreto a la española. ¿De verdad no somos capaces de plantear alternativas económicas, laborales, de gestión, de crítica, que no sean fotografiar una realidad que vemos todos?
Saber que nos afecta la crisis más que a ningún otro país europeo y que algunas medidas son brutalmente ineficaces y absurdas lo vemos todos. Bueno, vale, menos el gobierno actual. Pero no hay otra alternativa donde fijarse y comparar. La realidad laboral no podía seguir como estaba, era ilógico soportar un desempleo constante que a quien beneficia es a los empresarios pues pueden jugar a mover los salarios y la condiciones a su antojo. Pero los representantes de los trabajadores no han ofrecido alternativas teóricas sobre otros caminos. Soluciones o planteamientos que no fueran de libro del siglo XIX ó XX. Teorías económicas y laborales del siglo XXI. Todos somos responsables de haber llegado hasta aquí en estas condiciones, también nosotros los trabajadores por no participar más y por haber dejado que senos engañara tras unas décadas de cierta bonanza en el empleo. Si no se siembra, no se puede cosechar.