La fusión entre Ibercaja y Caja3 (antes CAI) parece un hecho, con flecos que iremos conociendo poco a poco. Para Aragón sin duda, el más importante es la decisión de seguir con las fusiones del grupo resultante y que en este camino se pudiera perder en Aragón la sede social del grupo, algo que a día de hoy parece poco probable.
Es cierto que una fusión se realiza por varios motivos, por tener más tamaño y con ella más seguridad y capacidad de reacción ante problemas, pero también para optimizar los recursos propios y para reordenar los servicios y el tamaño de la entidad resultante. Y aquí es donde los sindicatos y los trabajadores están más preocupados, con lógica, pues saben que muchas oficinas de Ibercaja y CAI están muy cerca unas de otras y que en muchos casos se tendrá que elegir entre ellas. También es cierto que sobre todo en el caso de Ibercaja, por la particularidad de sus clientes en diferencia a los de CAI, son oficinas bastante saturadas de personas en espera de ser atendidas en caja.
Aragón necesitaba esta fusión por algo tan sencillo como que entre la dos entidades forman un grupo con un tamaño aceptable en espera de más pequeñas fusiones, mientras que separadas podrían ser adquiridas por grupos más grandes lo que haría más complejo que lograran mantener la sede fiscal en Zaragoza. No debemos olvidar que con independencia de impuestos, las Obras Sociales o Culturales de ambas entidades han sido muy importantes en nuestro territorio para crear actividad y para ayudar en situaciones complejas. Nadie nos debemos mantener al margen de esta fusión y sin entorpecer el camino, si que se deben indicar sobre todo por la DGA las metas más necesarias para Aragón, en este proceso complicado.