La economía se mueve a golpe de ciclos, incluso en pleno proceso de globalización en que parece que todo se homogeniza. Desde hace miles de años sabemos que los ciclos en economía productiva nos dominan y aunque se han realizado numerosos estudios sobre este fenómeno histórico seguimos sin poder predecir ni sus efectos, ni su potencia, ni si repetición cíclica.
Sabemos que al menos hay cuatro tipos de ciclos económicos, con sus diversas consecuencias y sus nombres particulares para poder diferenciarlos. Pero incluso así, algunos de ellos tienen unos efectos muy diversos según el tipo de sociedades, los momentos históricos o junto a qué otros ciclos llegan en el mismo tiempo.
El Ciclo Kitchin se sucede cada 3/5 años, y sería el más venial de todos. Las empresas o en su tiempo los agricultores, acumulan un exceso de producción lo que les lleva a tener que bajar precios e intentar deshacerse de sus excesos de existencias, moviendo precios.
El Ciclo Juglar se sucede cada 7/10 años y es el más conocido y sobre el que más estudios se han realizado. Incluso es admitido como un proceso natural, cíclico incluso en los problemas atmosféricos que afectaban a la cosechas, y que en la actualidad sirve para que las empresas se modernicen, cambien sus ritmos de trabajo, modifiquen plantillas, siempre en aras de buscar mejor producción. Sería como un ciclo vital básico.
El Ciclo Kuznets se sucede cada 12/24 años y es mucho más impredecible. Depende en gran medida de cambios políticos, sociales, de inversión pública, de agotamiento de infraestructuras, de modificaciones en tecnologías.
El Ciclo Kondratiev es el último que sabemos diferenciar y se sucede cada 50/60 años. Sería el actual ciclo de crisis y es más conocido como un “súper ciclo” pues mueve al sistema y hace temblar todas la bases económicas que conocemos como funcionales. Diríamos que es un ciclo que pone en cuestión la bases del sistema económico, hoy del capitalismo, y que se parece en gran medida útil a la vida de las personas, que tras un ciclo de producción se mueren o se transforman.
Hay teorías muy lógicas que nos indican que los ciclos económicos son positivos para las sociedades, aunque debamos reconocer que siempre hablamos de ciclos cuando diferenciamos las crisis de las situaciones “normales”. Los puntos álgidos de cada ciclo no se suelen referir nunca a momentos de gran expansión o de gran reparto social de los beneficios de la economía. Al revés, los ciclos suelen ser casi siempre recordados como momentos de crisis, de bajada de la actividad, de problemas y no de éxitos, que se suceden tras periodos de actividad considera “normal”. Y aun así reconocemos que los ciclos recesivos o depresivos son positivos, pues sirven para revitalizar las organizaciones sociales, “limpiando” lo que no funciona, obligando a todos a tener que tomar decisiones que afectan en el futuro económico y social.
Hasta ahora, siempre, tras una crisis recesiva ha seguido una recuperación, una reactivación de la economía. Siempre, repito. Pero las duraciones de las crisis tienen mucho que ver con el tipo de ciclo económico en el que nos vemos inmersos. Los efectos son muy diferentes según en qué tipo de ciclo nos hayamos quedado atorados.
¿Cuándo se suceden cada uno de los tipos de ciclos económicos? ¿cada cuanto se repite un tipo de ciclo u otro=?, pues aquí es donde más problemas para predecirlos se tiene. Decir que son aleatorios es tanto como decir que no lo sabemos, pero es cierto. Como tampoco sabemos evitarlos, por muchos sistemas de control económico que conocemos y ponemos en funcionamiento de forma constante. Lo idóneo sería lograr un sistema de crecimiento lento pero constante, sin ciclos recesivos, con tranquilidad económica que permitiera construir una sociedad más repartida. Pero no a todos los actores les interesa esta posibilidad.
¿Cuándo se suceden cada uno de los tipos de ciclos económicos? ¿cada cuanto se repite un tipo de ciclo u otro=?, pues aquí es donde más problemas para predecirlos se tiene. Decir que son aleatorios es tanto como decir que no lo sabemos, pero es cierto. Como tampoco sabemos evitarlos, por muchos sistemas de control económico que conocemos y ponemos en funcionamiento de forma constante. Lo idóneo sería lograr un sistema de crecimiento lento pero constante, sin ciclos recesivos, con tranquilidad económica que permitiera construir una sociedad más repartida. Pero no a todos los actores les interesa esta posibilidad.