Pensar que he sido capaz de poner una imagen del periódico La Razón para ilustrar una entrada en mi blog, me cuesta. Pero no tanto como tomar la decisión de que es fundamental ser sincero. Al menos alguna vez ¿no?
Yo también he detectado en Zaragoza que la gente tiende a quedarse en su casa o en los parques, que le importa un pito mostrar su preocupación o su rechazo a una reforma laboral que es muy lesiva para los intereses de los trabajadores. De ellos, de todos nosotros; pero que parece que les importa con muy poca razón, con muy poca atención.
Efectivamente España está sufriendo, pero eso no quiere decir que las soluciones pasen por cargar sobre los trabajadores los problemas que tenemos todos ni mucho menos además que la soluciones salgan de una reforma laboral de este gran calado. Los culpables de la crisis se están frotando las manos, pues están saliendo de rositas pero eso si, con más beneficios y con suficientes ayudas para seguir disimulando.
Pero está claro que esto es lo de menos. Que la sociedad pasa totalmente de este asunto, también de este asunto, y que eso sí, sabemos quejarnos en pequeño comité, sea en el bar, en las reuniones de amigos o en la hora del almuerzo envuelto en periódico o papel aluminio.
La huelga va a ser un fracaso. Los sindicatos tienen la obligación de plantear una huelga general pero deberían haber estudiado otras fórmulas. Tienen miedo a fracasar y se nota. Saben que tras el 29 de marzo los ataques a su labor puedes ser brutales, pero no tenían otras soluciones a mano. España camina hacia un fracaso más, sin soluciones a sus problemas reales y el empobrecimiento social y real durará unas décadas complicadas de delimitar. Pero que no nos quepa duda —bueno, podemos seguir escondiendo la cabeza entre las alas— nosotros también tenemos la culpa de todo esto. Yo también.