16.1.12

Queridas compañeras y compañeros. Gracias por la confianza.

Este fin de semana he sido elegido delegado para el congreso de mi partido (Chunta Aragonesista) por votación de tod@s los compañer@s de Zaragoza. Y lo he sido en un puesto alto, un lugar que no me esperaba. Vaya desde aquí mi agradecimiento a todos los que me votaron, algunas de ellas y ellos sé que me leen por estas ventanas.

Yo soy raro, casi diría que muy raro para estos momentos raros en los que la política rara es la que se impone. Esto hace más raro todavía que se elija a un tipo raro como yo, en un puesto que considero muy alto para mis referencias y dedicaciones. Pero intentaré explicarme algo más.

Yo no aspiro —como muy bien saben los que lo tiene que saber— a nada que no sea defender mis ideas. No sirvo para ser nada de nada. Soy hombre complicado para estar en equipos, aunque adoro el trabajo en equipo, he vivido durante décadas de dirigir equipos y escribo incluso en otro blog de mejorar equipos humanos. Pero tal vez esa dedicación profesional al trabajo de dirigir equipos me convierta —me haya convertido— en un tipo muy complejo para ser dirigido. Y sin dejarse dirigir con facilidad, es imposible saber dirigir con eficacia en estos tiempos. Quien no sabe obedecer es imposible que sepa gestionar y dirigir.

Adoro Aragón, incluso desde mi desconocimiento de parte de Aragón. Creo sobre todo es su historia, en su sociología, en su cultura, en su futuro. Increíblemente creo en su futuro. En menor medida de lo que creo que los aragoneses en general aman a su país, pues somos gentes que no nos amamos casi nada de nada, que incluso a veces son sentimos molestos siendo aragoneses, que somos poco capaces de defender nuestro territorio, nuestra sociedad.

Creer en Aragón no es suficiente para casi nada, aunque es un empezar. Hay que creer en las personas y además lograr que estas se dejen creer. Menos complejo es motivar, que conseguir que sigan motivadas las personas en el tiempo. Y aquí es donde los aragoneses tenemos una asignatura pendiente. Nos amamos (respetamos, cuidamos) poco y durante poco tiempo.

En política se necesita la frescura y la razón, el sentido común y la limpieza total. Se necesita cada vez más la eficacia y la potencia de reacción. Se necesita también la dureza en algunas medidas y ser como los juncos que se doblan pero ni se dejan partir ni son blandos a la hora de soportar el peso. Se necesita en política tomar medidas drásticas contra los malos políticos, los ladrones de ilusiones, los tramposos y cenagosos ilusionistas de la estafa sencilla. Y no me gustan nada los que no saben negociar, los que no creen en el diálogo como herramienta muy válida, de los que no saben sumar. 

Y sobre todo no admito que los políticos no sepan diferenciar entre problemas graves de la sociedad sobre problemas sencillitos aunque bonitos de vender, o que no tengan arrestos para estar mil horas mil intentando encontrar soluciones a los problemas graves, y en cambio gastemos el escaso músculo en asuntos que deben gestionar los oficiales de turno.

Por eso me extraña mucho el gran número de votos obtenidos, lo que demuestra que mis compañer@s son tan raros como yo. Muchas gracias.