La primera norma básica para la creación de una microempresa está la búsqueda de una buena idea comercial y productiva. Es el fundamento de toda empresa, saber qué podemos hacer y si esta idea de empresa es rentable o no. Un negocio es simplemente eso, una buena idea, bien analizada.
Saber elegir un proyecto es mucho más complicado de lo que parece. Tanto que casi se diría que es LO MÁS complicado. Hay que tener en cuenta una serie de factores que no siempre analizamos y que son básicos para adivinar si el proyecto es viable y nuestro esfuerzo va a servir para crear riqueza y trabajo. Tener una buena idea supone —simplemente— que esa decisión de proyecto sirva para nuestros objetivos. Y por eso tal vez una buena idea “en general” no lo sea para nosotros, o no encaje en nuestra ciudad o no sirva para este momento temporal.
Todo buen proyecto, también el empresarial aunque sea para una microempresa, debe contar con un buen líder y aquí es donde debemos ajustar la “buena idea” con la “idea posible” adaptada a nuestras posibilidades. Es decir, una buena idea es un buen proyecto para nosotros. Y lo es sólo si podemos ejecutarlo y llevarlo a éxito, algo que parece sencillo y lógico pero que es lo más complicado de analizar con seriedad. Lograr ajustar estos desfases —entre lo que queremos y lo que podemos— es complicado, pues dependemos de nuestra capacidad de autocrítica.
Debemos autoanalizarnos, saber qué somos capaces de hacer, en qué somos buenos, en qué materias tenemos capacidades que otros no tienen. Y a partir de saber con sinceridad de qué somos capaces, debemos buscar la arista que esté libre en el mercado (fastidiosa palabra) para que nuestro proyecto pueda funcionar y ser rentable. Vamos a necesitar un nicho de trabajo, de servicios. Que esté vacío en tu país, en tu ciudad, en tu barrio, en tu calle. Depende del asunto, de la idea elegida y de su localización.
Un ejemplo sencillo. Si eres un excelente panadero e intentas poner una panadería en tu pueblo de 500 habitantes y ya hay otra panadería funcionando desde hace años, lo tendrás complicado. Debes ser mejor que el otro, dar mejor precio, mejor pan y ser más simpático. Si la quieres montar en tu barrio de 12.000 habitantes y ya hay 5 panaderías deberás analizar el lugar en donde buscas el local, fabricar un producto que sea algo diferente y ser capaz de atraer a clientela, pues la competencia será mayor aunque también lo sean el número de los posibles clientes. En el primer caso tendrás como máximo y en teoría unos 250 clientes a un euro de facturación al día, lo que supondrán 7.500 euros al mes. Muy buena cifra pues saldrían las cuentas de rentabilidad si logras repartirte el servicio a medias entre las dos panaderías tras unos meses de trabajo duro. Pero necesitas como digo, repartirte el pueblo a medias y el otro panadero no te lo pondrá sencillo. Tú puedes ser un excelente panadero, pero el éxito no depende solo de tu profesionalidad, también de saber pelear, vender, comercializar hasta hacerte un hueco en el nicho de mercado. Otra vez el mercado. ¿Eres capaz de soportar la presión de esta pelea a la que nunca has estado acostumbrado pues nunca has intentado hacerte un hueco en ningún mercado? ¿A partir de qué número de barras de pan vendido es tu negocio rentable? Es importante saberlo para no sentirte defraudado al no poder vender la mitad del mercado.
Es una buena pregunta con complicada respuesta. Veamos la cuenta al revés para adivinar cuantas barras de pan necesitas vender cada día. ¿Qué gastos fijos tenemos en la panadería?, y aquí es importante buscar un local ajustado de precio para lo que buscamos, teniendo en cuenta que no es lo mismo en el pueblo del ejemplo, que en el barrio de la gran ciudad. Ya tenemos un número de gastos fijos, donde entran impuestos, alquileres, luz, sueldos e impuestos, gastos varios, inversión y amortización, etc. Veamos ahora el gasto variable que depende del número de barras de pan que vendamos. El gasto fijo será —casi— el mismo vendamos una barra o mil barras al día. El otro, el gasto variable, cambiará si fabricas una o mil barras, complicado ¿no?, pero se puede analizar si eres un poco profesional del pan. Con la suma de ambos sabremos cuantas barras tendremos que vender al día. Pongamos que necesitamos 6.000 euros al mes de gastos (2.500 de sueldo bruto, 1.500 de gastos fijos y amortización, 1.000 de local y 1.000 de gastos variables). Luego, necesitamos vender 200 barras cada día del mes. ¿Somos capaces de intentarlo? No lo sabemos pero al menos ya tenemos una meta.
Sabemos que para que nuestro negocio funcione su meta es vender 200 barras al día más los gastos variables. Pero incluso sabemos que si vendemos 135 barras al día cubriremos gastos, incluida la seguridad social, aunque no cobremos un sueldo. No ganaremos nada pero no perderemos de momento si lo tenemos previsto antes. Ya tenemos más datos para ir apuntando. Pero si aumentamos la facturación con otros productos añadidos que no sean barras de pan, como los gastos fijos son eso, fijos, tendremos más beneficios a poco que nos quede algo de beneficios de cada producto que vendamos. Aunque hay que tener en cuenta que si no vendemos las barras de pan que fabricamos, gran parte de estos gastos variables se convierten en fijos y son mermas que hay que aumentar en los gastos, pues van a la basura. Y tendremos que añadir SIEMPRE una cantidad fija de “gastos especiales” pues siempre hay sustos, inversiones que no se preveían, asesores, impuestos, festivos que no se vende nada, una avería, etc.
Como es lógico esto que apunto aquí es muy a “lo bruto” pero es el primer camino para saber si con aquella buena idea que teníamos, somos capaces de hacer una microempresa, un autoempleo. Son las primeras pinceladas de algo complejo, pero no tanto como a primera vista nos parece. Eso si, prohibido tener miedo. Los primeros meses son muy difíciles, incluso lo fueron para Steve Jobs.