Lo decía el otro día Carme Chacón aunque en otro tono y con otro fondo. Los partidos políticos de la izquierda se han dedicado mucho al municipalismo, al territorio, al localismo incluso y muy poco a realizar política con mayúsculas para su sociedad.
Los partidos políticos no están para hablar o resolver los problemas de unas farolas, unos bancos de un parque mal puestos, unas acequias que funcionan mal o unas cotorras que hacen ruido. Para eso están las Asociaciones de Vecinos que por cierto muchas veces hacen un trabajo impagable.
Los políticos estamos para otro tipo de trabajo, la sociedad espera de nosotros otro tipo de intervenciones. O menor dicho, sin olvidarnos de gestionar los asuntos menores, hay que idear soluciones para los problemas mayores. Por cada vez que hablemos de una acera estrecha debemos hablar cien veces de posibles soluciones para el desempleo y otras cien veces de los problemas de nuestra Tercera Edad y otras cien de los problemas educativos. Hoy hablamos más de los problemas mayores, pero en una proporción triste.
Por cada vez que un partido nacionalista hable de un rebaje en una acera, de la poda de unos árboles, del presupuesto de una obra menor, hay que hablar mil veces cien de la historia de su país, de la cultura y de sus personajes históricos, de su geografía y sus posibilidades, de su sociedad, de sus problemas mayores. Y aquí y sintiéndolo mucho, que cada uno de nosotros se castigue como mejor le venga en tiempo.
Creo que alguien nos ha manipulado durante décadas para agacharnos la testuz y engañarnos con gestiones menores, difuminando nuestro músculo que siempre es poco, ante asuntos de los que simplemente hay que gestionar desde las órdenes menores y no desde los análisis sesudos y gestionados en cenáculos complejos y serenos. En estos tiempos de crisis, de dudas, de conflictos serios, de riesgos como sociedad, hay que para la pelota de la política y empezar a repensar el trabajo realizado y el que se debe realizar, para demostrar quienes somos y a donde pretendemos llegar. La sociedad está atenta a las soluciones. Quien sea capaz de apuntarlas, de señalarlas, de trabajar por ellas, será apuntado por la sociedad como apto; y quien no sea capaz de señalar las posibles soluciones, los caminos de avance, será tachado de incómodo e incapaz por la sociedad que sufre y espera soluciones.