11.1.12

Andalucía puede ser la punta que nos lleve a una reforma muy profunda

Miramos con sarcasmo el título de “El Ministro” con el que se conocía al Director General de Trabajo de Andalucía cuando se nos olvida que estamos hablando de una comunidad de casi nueve millones de habitantes, más que países europeos que hacen tambalear economías en Europa. Irlanda tiene cuatro millones y medio, Bélgica y Grecia sobre once millones.

Algo huele muy mal en Andalucía y no se trata ya de señalar con dedos a los bobos tramposos, presumiblemente incluso delincuentes, que como señoritos andaluces del siglo XIX se compraban pianos antiguos para fardar, consumían prostitutas o cocaína con el mismo dinero con el que despedían trabajadores con ERE o dejaban de crear empleo que era su obligación.

Las empresas creadas para cobrar las subvenciones las llamaron con nombres muy bonitos y absurdos: “Iniciativas Turísticas Sierra Morena S. L. y Lógica Estratégica Empresarial S.L.”, sabiendo que lo de menos era parecer legales y serios, sino ser amigos del jeta de turno. Si sumamos esto a los contratos de trabajo para amigos y familiares o conocidos, si añadimos a estas trampas de los ERES fantasma, las ayudas al campo que manipulaban al gusto de los comerciantes de los chamarileros de turno, uno sabe que en cuento explote todo esto, el desprecio hacia los políticos aumentará más.

Hay un partido político detrás de todo este entramado de trampas por descubrir todavía. Siempre presuntamente, claro. Y deseo que las responsabilidades políticas impregnen durante muchos años la relación de Andalucía con el empleo, pero a la vez lleven a los tribunales a varios grandes cargos políticos andaluces que tendrán que explicar lo que han hecho no han hecho.

Así sin duda, España se hunde sin remisión y si no, es cuestión de pocos meses. Disfrutar mientras tanto.