Veíamos el otro día un simple partido de fútbol entre los dos grandes equipos de España. Una pelea entre dos “equipos de personas” que podemos emplear para explicar algo más sobre el trabajo de los equipos de todo tipo. Y un equipo ganó claramente al otro equipo. Si analizamos —ligeramente al menos— las declaraciones de los dos líderes de cada equipo, encontramos no solo claras diferencias sobre lo que entendieron de su derrota o de su éxito, sino sobre todo dos distintas maneras de encarar la realidad de lo que los demás vimos. Una positiva, y otra negativa y defensiva. ¿Cuál de las dos actitudes es más positiva para la empresa de ganar?
¿Qué deseamos para nuestras crisis, nuestras derrotas? ¿cómo deseamos salir de ellas?
El líder perdedor dice que la suerte no le ha ayudado, que ha fallado su herramienta más preciada, que no han sido osados, que les ha faltado equilibrio emocional. A veces se pierde y a veces se gana. Y hay que admitirlo para salir fortalecido de la derrota. De una derrota se aprende mucho.
El líder ganador nos trasmite que ellos, como equipo, no saben hacerlo de otra manera. Que si bien es cierto que recibieron un golpe fuerte nada más comenzar a luchar con su empresa, actuaron como si no hubiera sucedido nada intentando hacer lo que saben hacer, lo que tenían preparado, indica que lo importante era no perder la filosofía del equipo, que el equipo se supiera sobreponer y reaccionara.
Son dos maneras distintas de ver la situación de cada una de las empresas y de los resultados obtenidos. Es cierto que no podemos compararlas con la declaraciones que hubieran realizado en caso de haber cambiado al revés el resultado, pero eso nos da igual para analizar los comportamientos de equipo. Lo importante es el mensaje que se trasmite y que nos debe servir para todo tipo de actividades. El mensaje que se trasmite, que no se nos olvide, es el que creemos correcto, incluso es el que nos creemos nosotros.
No sirve de nada hablar de suerte, ni buena ni mala suerte. Cuando hablamos de equipos no sirve de nada que nos falle un elemento, pues un equipo es la suma de muchos elementos y de sus recambios. Ganar nunca es ganar. Ganar es superar un escalón y seguir ascendiendo, sabiendo qué es lo que queremos hacer. Lo importante es superar los baches, saber levantarse de las crisis y seguir con las ideas claras hacia la meta fijada.