23.12.11

Discutir con la familia no es bueno para la salud

En las cenas de Navidad (o comidas a continuación, no las deje de lado que también son peligrosas), esas variadas cenas decíamos, llenas de alcohol, calorías brutales y mucha familia de complicado pelaje a veces, son espacios en el tiempo obligado, muy habitual para salir trasquilado y peleado —mucho o poco, más bien mucho—, con algún familiar que sin venirlo a cuento se te cruza por los lados más dolorosos, aunque sean tonterías que crecen hasta hacerse gigantes.

No se debe hablar de política. Menos de dinero. Nada de consejos de salud de vecinas. Prohibido hacer comparaciones odiosas y menos todavía si son agradables para una de las partes. Prohibido presumir. No hablar de tu suerte ni de tu trabajo si alguno de los presentes lo están pasando mal. Muy poco de sexo, menos si es dando datos vulgares. Los novios anteriores no existen y los futuros tampoco. Tus hijos son encantadores, pero no lo vuelvan a decir ni a comparar. Prohibido dar envidia, ni viajas mucho, ni estás delgada ni tu esposa es la más lista del mundo.

Habla de lo buenos que están los langostinos congelados, del Rayo Vallecano o del Real Zaragoza. Habla de Sálvame pero sin defender a nadie. Incluso de lo bonita que es la última canción de…, pero no digas que te lo bajas de internet que seguro que hay alguien que te pondrá a parir y otro que deseará aprender.