2.12.11

¿Seremos capaces de aprender a crear una nueva Europa, sin haber quemado la anterior?

Sabemos que Europa se juega su futuro en una semana, que dos personas han tomado —nos guste poco o nada— las riendas del futuro de Europa como líderes de un espacio político que quieren asentar o destruir.

Europa saldrá mejor o simplemente no saldrá, depende de cómo sean capaces de articular todas las reformas que se avecinan con la mirad apuesta en una Europa diferente, más controlada, realmente con varias velocidades dependiendo de sus capacidades territoriales —se diga o se oculte esto— y con la competencia que le suena por el cuello de EEUU, China o los emergentes que piden su espacio.

Europa siempre ha sido territorio complicado, terreno abonado para los experimentos que casi siempre habían terminado en sangre. Ahora toca demostrarnos que somos capaces de ver algo más lejos que el corto plazo y que tras la crisis vendrá la calma y para ella también debemos estar preparados.

No es fácil el entendimiento entre Francia y Alemania; entre la política de la RDA aprendida a ser política federal con el mediocre Sarkozy que aspira a pasar a la historia. Se piensa decir la verdad, toda la verdad sobre Europa. Y tras esa verdad empezar a tapar lo que no interese que se sepa, para trasmitir solo aquello que debe ser convertido en las nuevas metas de la nueva Europa. ¿Seremos capaces de aprender a crear una nueva Europa, sin haber quemado la anterior?