Cada curso que se repite (hasta un 36% en primaria o secundaria repiten al menos un curso en su vida escolar) es un año de pérdida vital, pues es un año que se termina más tarde los estudios, un año que se tarda más en empezar a trabajar.
Si el alumno no alcanza los resultados deseados, es lógico que tenga que repetir, pero no se debe emplear esta medida como la única posible a la vez que deben concienciarse más las familias de lo que realmente supone tener que repetir un curso, tal vez por una dedicación baja al trabajo del alumno, que es estudiar.
En la Unión Europea se invierte un 5,8% del PIB mientras que en España se invertía un 5% en el año 2011, que unido a que nuestro PIB es menor, nos ofrece un esfuerzo en educación que debemos mejorar, más cuando suenas trompetas de recortes y de reformas que van en el camino de suprimir calidades, profesores, posibilidades a la escuela pública a favor de la privada.
En España el gasto público en educación se sitúa en el año 2020 en el 3,97% del PIB, algo menos de uno de cada diez euros gastados por las administraciones. ¿Cómo compara este dato con el de nuestro entorno? Pues no muy bien. Los nórdicos se mueven en volúmenes de gasto muy superiores, Islandia (7,53%), Suecia (6,77%), Dinamarca (6,58%), Finlandia (5,68%) y Noruega (5,61%). También se sitúan por encima Israel (7,06%), Estonia (5,96%) o Letonia (5,79%). EEUU —país con un gasto público reducido— dedica el 6% de su PIB a gasto público en educación. Si seguimos viendo países cercanos veremos que Alemania (4,11%), país también innovador y avanzado y Reino Unido (4,62%) no se encuentran lejos de España en su porcentaje de gasto en educación, Italia (3,85%) está por detrás y también Japón (3,15%). Pero Francia (5,42%), Portugal (5,00%) y Polonia (4.92%) nos superan.