Estamos entrando en el otoño duro que nos va a enseñar lo más crudo del invierno económico de nuestro sistema. Y todavía no nos hemos respondido a la pregunta del problema.
¿Qué estamos dispuestos a hacer por nuestro modo de vida?
Esperamos, seguimos anhelando a que nos resuelvan los problemas, a que estos no nos afecten a nosotros, a que sean otros los que sufran las desdichas. No miramos dentro de nosotros mismos en busca de respuestas, de hechos que puedan servir para salir de los baches. Simplemente esperamos a que no nos afecten y a pasar de la vida en común, como si la sociedad se supiera cuidar ella sola.
Mientras tanto los especuladores siguen su camino.
No son los millonarios de siempre. Esta vez no. Ellos son más listos y ya saben que están tensando en exceso la soga. Saben que hay posibilidades de perder todo y por eso sugieren incluso subidas de impuestos para los más ricos. Ahora es el momento de los que quieren ser millonarios y todavía no lo son. De los neo, de los nuevos, de los que quieren ser más especuladores que los especuladores.
Los ricos con estirpe ahora, quieren que los problemas se resuelvan, pero no por ellos, que van sobrados, sino por mantener el nivel de vida social. Nada hay peor para un rico riquísimo que un sistema que no le permita la tranquilidad. Están muy viajados como para no saber comparar con otros países.