En la misma medida en que podemos decir que no hay un solo tipo de depresión ni una sola forma de ansiedad, podemos señala que muchas veces van asociadas las dos enfermedades de alguna manera en algunas personas, sin saber bien por qué se asocian estas dos enfermedades que en principio hasta parece antagónicas.
La depresión es una variación importante de nuestro estado de ánimo, con abandono de las ganas de vivir, de trabajar, de incluso mantener una higiene correcta, acompañada de apatía, desgana, insatisfacción por lo que hacemos o por lo que nos rodea. Nuestra energía es muy baja y nos aumenta la trsiteza sin un motivo claro.
La ansiedad en cambio es un estado de excitación que se une a posibles taquicardias, sensación de asfixia, falta de aire al respirar y mareos, cansancio mental y físico, dolor del estómago como por gases, sudoración fría, inquietud, falta de sueño y miedo a no poder llevar una vida normal al pensar que en cualquier momento va a suceder algo que no se podrá controlar. Pánico a situaciones en las que la mayoría de las personas no sienten nada.
Son problemas distintos, que a veces los sufren a la vez las mismas personas y que incluso a veces llevan tratamientos muy parecidos. Pero insistimos, son problemas diferentes que asociado se conoce como síndrome ansioso depresivo. Todas las técnicas de aprendizaje para cambiar comportamientos, para reaprender a respirar, a relajarnos, a entender nuestros síntomas, sirven por igual para los dos problemas.
Todos tenemos ansiedad y depresión en algunas fases de nuestra vida. Es incluso positiva la ansiedad, si está controlada y en un volumen bajo acompañada de un motivo delimitado en el tiempo. Pero cuando algo se convierte en crónico o con una potencia invalidante para llevar la vida anterior, hay que consultar al especialista médico, para tratar los problemas y resolverlos.