Desde Londres nos vienen ya las posibles nuevas medidas para controlar las violencias brutales de esta semana. Aumento de la policía en la calle, salida de los militares si es necesario, prohibición de ir por la calle con capuchas o sudaderas, anulación de servicios de redes sociales, contundencia judicial.
¿Y reformas en la educación? ¿y reformas para dotar de esperanza y futuro a los jóvenes?
Sin duda hay que tomar medidas, contundentes al menos para compensar la misma contundencia de los violentos, pero soluciones a medio y largo plazo que sirvan para dotar de esperanza a la sociedad que sufre desde ambos lados.
Mientras no tengamos decisión política de asumir nuestra parte de responsabilidad como adultos públicos de estar vergüenzas, no lograremos resolverlas. Si acaso disfrazarlas o cambiarlas de métodos, de formas. El camaleónico proceder de las jóvenes hará inservibles gran parte de estas medidas si no van acompañadas de medidas sociales y educativas. Los jóvenes si deciden seguir siendo violentos, no atienden a razones de acción contundente.
Su extrema forma de proceder les convierte en un problema social más que en un problema puntual.