La reforma del artículo 135 de la Constitución española tiene miga. Es farragosa, no encaja dentro de una Ley máxima de un país pues más parece una Ley orgánica de desarrollo económico de un Estado y ata al Gobierno o no, pues depende, y encima deja en muy mal lugar a las Comunidades Autónomas que ya tienen un nuevo punto de fricción para saltarse a la torera una ley cuando menso curiosa que entra en la Constitución col calzador, a toda prisa, por la puerta de atrás, levando la contraria a un número excesivo de representantes de todos los españoles.
Rubalcaba se ha tenido que tragar el sapo y si ya lo tenía difícil para el 20N ahora lo tiene mucho peor, pues ha tenido que admitir una medida pura del liberalismo más neo de todos, después de decir mil veces NO y sin tener un peso propio en la negociación. Para hacer políticas de derechas, mucho mejor los profesionales de derechas que los advenedizos que se han creído de izquierdas toda la vida y se han acojonado a las segundas de cambio. Si estamos de acuerdo con el cambio constitucional y sus consecuencias, lo normal será votar al PP y dejarnos de medias tintas y bobos de medio pelo que no se han leído todos los libros del neoliberalismo económico y la volverán a estropear en cuanto cambie el aire.
La izquierda en España y en Europa se tiene que reconstruir a golpe de gente nueva y sobre todo de nuevas ideas y formas de entender la sociedad, la economía y la globalización. Nos guste o no nos guste. Nos esperan años de desierto árido.
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