Ayer estuve charlando con dos representantes típicos del momento social actual. Una joven indignada de 21 años; y un conservador mental y trabajador duro de 55 años. Ambos coincidían en parte de su mensaje verbal, a la hora de criticar a los políticos actuales.
El marco mental que la sociedad emplea en su interior, para pensar de los políticos, es en general tremendamente negativo. Solo aflojan en sus críticas cuando les planteas abiertamente que es: o los políticos o los militares; que en 3.000 años de historia social de esta humanidad no se han dado sistemas de gobierno diferentes a estas dos posibilidades.
¿Lo harían mejor los militares que los políticos?
Tenemos los políticos que nosotros sabemos elegir. Muchas veces incluso, los que volvemos a elegir. Se nos olvida que a los políticos se les elige a la hora de votarles pero mucho antes a la hora de convertirlos desde las organizaciones políticas como líderes de la formación. Nuestra desafección nos convierte en persona que huimos (huyen) de toda participación política como implicación personal.
Sin duda somos capaces de entender mucho mejor las acciones de los políticos de derechas que la de los de izquierda, que por lo general trabajan con mucho más cuidado. Este es además el marco más preocupante para los políticos progresistas.
Los políticos tienen gran parte de responsabilidad de este empobrecimiento general de su imagen social. No han sabido explicar su labor, no saben dirigirse a sus ciudadanos, no logran comunicar bien y además no ejercen con honradez y limpieza informativa su trasparente labor. Es como si al ascender socialmente a la categoría de político con mando, se convirtieran en seres capaces de ser respetados por el simple hecho de su cargo y no por el de sus obras.
El político del siglo XXI deberá cambiar fundamentalmente su manera de ser trasparente, su forma de explicar sus actos, su gestión y sus decisiones. Debe ser partícipe junto a su sociedad de sus pasos públicos, sabiendo además que a él le corresponde la responsabilidad de tomar decisiones pero también la de saber explicarlas bien para que sean compartidas. No obligatoriamente a la hora de tomarlas, pero si a la hora de explicar su gestión constantemente.
Alguien ya apunta que a los políticos habría que renovarles su puesto de responsabilidad cada año y no cada cuatro años. Es algo a estudiar en sus pros y contras.