La masacre de Oslo es un atentado político del que todos deberíamos tomar buena cuenta. No es una acción de un loco por mucho que estuviera mentalmente trastornado, no es una venganza puntual, es sobre todo un atentado por ideas políticas, planificado desde la reflexión que deja por escrito aunque sea abominable escuchar sus ideales.
Deberemos todos pensar por un momento en las víctimas, para a continuación ponernos a trabajar muy en serio sobre una violencia que puede crecer, pues ya hay raíces en varios países europeos. La masacre de Oslo es solo un detalle del monstruo que está creciendo en Europa.
Cuanto más inteligente parezca el salvaje que atenta con el terror, contra los ideales de otras personas, más peligrosas son sus ideas pues son fruto de la reflexiva sinrazón de los grupos violentos que creen tener razón y lo que es peor, que están siendo atacados en su forma de entender la sociedad lógica, por grupos distintos a los que no deja ápice de posibilidad vital.
Resulta increíble que una sola persona sea capaz de escribir 1500 páginas, alentar la violencia por Internet, montar un coche bomba brutal y matar a 85 personas a tiros en una isla, sin que la policía logre evitarlo o cuando menos detectarlo.