Zapatero definitivamente se ha convencido de que España necesita cerrar una página, abrir otra y por ello convoca elecciones para el 20-N. A mi me parece una mala fecha, por mucho que haya sido la primera decisión electoral y no elegida por casualidad. Me imagino una campaña electoral en clave bipartidista dura, en busca de la respuesta ante la pregunta sencilla: “Viene otra vez la derecha, y esta vez es para anclarse en todos los poderes”.
Ahora se abre un periodo complejo de encajar, con un Rubalcaba a toda velocidad, un Rajoy convencido de que va a ganar y unos partidos de izquierda ajenos al PSOE buscando su espacio propio.
En la medida en que Rubalcaba sepa articular un discurso propio y diferente, en la misma medida en que Rajoy reste miedos a la sociedad de centro y no se crea ganador antes de tiempo y en la salvedad de que el resto de formaciones de izquierda asuman que son muy necesarias en un panorama nuevo en donde no está decidido quien liderará la izquierda social a partir de 2012, hay camino por recorrer hasta noviembre.
Espacio Plural, Llamazares, Rubalcaba, Equo y la mano derecha de Rajoy (todavía por conocer) serán claves en los nuevos caminos por recorrer. Dependiendo quien sepa mover mejor sus piezas, encajar mejor el futuro que se nos viene encima, saldrá un producto terminado con unos colores o con otros. Nueva realidad que será, no se nos olvide, la que viviremos al menos cuatro próximos años, pero todo podría indicar que serán al menos 8 ú 12 años.
Si gana el PP se anclará en el poder.
Si pierde el PP tendrá que buscar nuevo líder y eso lleva un tiempo de asentamiento y catarsis.
Si se derrumba el PSOE, podría perder la hegemonía de la izquierda estatal.
Si surge una nueva fuerza de izquierdas agrupadas, que logre un 10-12% de los votos, las fuerzas progresistas españolas tendían un nuevo referente.
Sin hecatombe de nadie es posible alcanzar un 10% del voto progresista ajeno al PSOE unido en una única opción. Con hecatombe no se sabe donde estaría el techo. Es relativamente fácil llegar a los 2 millones de votos; más complejo superar los 3 millones; posible moverse en la orquilla de entre 2 y 3 millones.
¿Merece la pena el esfuerzo de trabajar juntos, asumiendo el gran reto de lo complejo?
¿Merece la pena el esfuerzo de trabajar juntos, asumiendo el gran reto de lo complejo?